A la mujer del sur.

La desconocida
se hace presente en la humedad
en mis viajes de madrugada
en mis huesos inmóviles y fríos
cuando estoy mal y cuando no existo.

Transita
siempre con los ojos llenos de paisaje
con el alma enloquecida
en una ciudad sin color y salvaje
tan laberinto, tan deuda que nunca paga.

Habita
lejos de todos
hasta de su cuna
el sur la ha surtido, dicen
yo quiero conocerla, así, distante.

Decido
ir hacia allá
viajar hacia su origen, hacia el sur
por más lejos que esté
solo quiero saber dónde se esconde.

Y cuando
la localice, juro que cuando la halle
y la conozca y conozca su alma
voy a esconderme en su cajetilla
para ir a donde vaya.

Zapatearé
en su cueva aislada
con el frío en la sangre
y el alma en los labios
vamos a ser infinitos en la noche finita.

No habrá
lámparas que prender
ni rostros que encubrir
porque la mujer sureña
ella lo ha cambiado todo sin querer.