Juan “Kerosene” Caro bebe lo último de una botella de pisco que tiene en frente y empieza a balbucear una historia: “Recuerdo que la noche del 18 de junio de 1986 viajaba en la 11, ahora ya extinta, repleta de gente que salía media espantada, como yo, de un Centro repleto de policías en una Lima llena de pobres rumores. No sé de donde comencé a escuchar a ese tipo, apenas visible entre la gente, que arrancó a declamar a Vallejo, a Heraud, y a mí se me activaron las luces de emergencia porque la noche no era propicia, y así fue, poco antes de recoger algunos intis de la gente, cuando se disponía a bajar, de la nada apareció un tipo que lo cogió del cuello, lo empujó y lo hizo saltar del bus a la vereda. Apareció un patrullero, lo montaron, y se lo tragó la noche aquella, de muertos y ecos de bombas en el Callao. Nadie dijo nada, ni hubo poesía que lo rescatara ni poeta que lo recuerde.