Voy a seguir el consejo de Consuelo. No voy a extender una entrada si es que al finalizar descubro que es un texto corto. No voy a agregar una sola palabra más con el fin de que se vea amplio y abundante. Es una decisión irreductible.

Esparcidas por toda la libreta encontré una cantidad regular de relatos o poemas cortos. Me sorprendí de haber desparramado en diferentes hojas breves párrafos repentinos a causa de algún sentimiento, emoción, recuerdo u otra razón, y que se hubieran quedado allí, intactas y ocultas. Para algo debían servir, supuse, en conclusión, todas eran parte de mi terapia.

Ricardo agregó: “La terapia de escribir no conoce de lugares, ni de cantidad, menos de anchura o largor. La terapia es libre, no hay más vueltas que dar.”

Obedeciendo a esa terapia y a todos sus aspectos he hecho un compilado de esas precarias blasfemias, o mejor nombradas, maldiciones en mi libreta, tal y como las he escrito. En caliente. Directo.

"Querida, apaga la luz de tu casa"

Libre de ropa, sin esas tangas coloridas, a lo natural, sin gama en los labios, con el cabello flotando, así, aguárdame en la puerta trasera de tu hogar. Esconderé las llaves, el reloj y apagaré el celular, bailaremos en aquel rincón de siempre. Tu comedor será nuestro cuadrilátero y tu habitación ya no tendrá cubierta. Seré puntual pues el tiempo es un estorbo. Cerraré las ventanas, guardaré los zapatos y colgaré la camisa; me arroparé a tu caricia y entre beso y tacto matizaré tu caos del día con mi lápiz azul en tu espalda.

Proyectil en la zona abdominal

- Pon algo de esa música de mierda Roberto, quiero terminar de joderme.
- Olvídalo hombre, necesitas ir a casa.
- En casa ella no dejaría de pensar en ella, ¿para eso me voy?, no, mejor me quedo aquí.
- Puedes intentar dorm…
- Vamos hombre, eso no me sirve, lo sabes.
- Si vas a joderte, jódete bien entonces.
- (Risas) Por eso te quiero tanto carajo.

Roberto pide una caja de cervezas pero que las traigan de dos en dos.

Anatomía del tiempo

A papá

Estoy echando de menos tu barba, tus manos y hasta tus zapatos. Éramos tan buenos amigos. ¿Te acuerdas cuando prometiste que siempre jugaríamos a la pelota? Olvidaste tantos te quiero en las paredes, en mi armario y en mi lámpara que apagabas antes de cerrar la puerta de mi habitación. No sabes cuánto te echo de menos.

No puedo ir en tu búsqueda, aunque sé que debería hallarte a pesar de todo y acoplarme a tu imagen, revivir tu memoria, leer un libro de Borges a tu lado y darte aquel abrazo que nunca te di. Lo siento, no puedo buscarte, porque aún no te encuentras a ti mismo.

Si pudiera oírte ahora mismo no sabes lo feliz que sería, si pudiera hacer que llores conmigo esta emoción, tan solo si pudiera, pa'.

Crimen en la Av. Tarde

La Sra. Renata es una mujer incomparable y de una fuerza de voluntad conmovedora. Es increíble la manera en que ella y yo terminamos platicando en un parque de Lima, charlando de la vida tan vida que muchas veces le cerró puertas, de mis proyectos luego de terminar la universidad, de sus aventuras citadinas, de mis escritos, de su soledad y de la mía. Yo le digo que nunca es tarde para hacer lo que nos gusta, ella sonríe y me condensa toda melancolía. Son las 12:00 p.m. de un día de verano en Lima y yo acabo de cometer el asesinato menos sonado de la ciudad. A la Av. Tarde la dejamos lejos y nos enrumbamos hacia la Av. Temprano. Ella no quiere dejar pasar un día sin sonreír haciendo lo que le satisface, yo, mucho menor que ella, no quiero dejarla ir sin que me sonría por última vez.

¿Por qué preocuparse de las complejidades? – me cuestiono cuando ella se marcha. 

Cursilería

Soy un perro sin bozal frente a un espejo de barrotes,
el mozo que escupió tu sopa,
el adolescente que le declaró la guerra a tu pecho,
el hombre que compuso canciones en tu espalda,
la bala en tu paz,
el pecado en tu divinidad.

Soy todo, esta noche,
mañana tomaré el bus y seguiré mi camino.

La mujer imposible

Ella es la mujer imposible, como la corbata de Marta en el pecho de Idiáquez, es una mujer en otro lapso, en otro tiempo, pero no en el mío. Se ha posicionado en mi pulso abatido y en mi libreta rasgada; y ahora soy solo un monigote que está en el fondo de una gaveta, como aquella gaveta de donde Idiáquez sacaba aquella corbata imposible y encontraba la verdadera dicha en esa fragancia de jabón de Windsor, así mismo, yo encuentro la verdadera dicha en esa fragancia que emana de sus manos tibias en mis mejillas ruborizadas.

Para una mejor comprensión leer: 'Mi corbata' de Manuel Beingolea.

La decadencia del siglo

Días de guerra,
lluvia de misiles
y época de sangre.

Balas que disparaste
cuando te llevaste los poemas
y dejaste la soledad.

Y a pesar de los rumores de un posible acuerdo de paz,
ten por seguro que nunca más visitaré tus tierras.

Eres un ataque nuclear a mi nación,
a mi hogar,
a mi hemisferio gubernamental.

Los ojos de una asesina en mi florero

Tu pasas y el tiempo cala hondo
y abre un espacio entre tu alma y la mía

soy solo un hombre que mira su reloj
y siente mil vacíos, y cae de rodillas

soy un ser que tiembla frente a tus labios
un perro con la cola helada y que pasea por los jardines

¿dónde no te hallo?
¿dónde está aquel punto cardinal?
¿dónde no estás tú?

estás en el invierno que no es invierno
en la melodía de mi ladrido, en la marea,
en la brisa, en la flor que se rehúsa a florecer
en mi pecho elevado, en mis recuerdos, en este verso.

Soy un hombre que se encuentra en tus ojos.

Todo se hace nada

Inmóvil al pie de la escalera,
te acercas
yo retrocedo,
me tocas la mejilla
 mis pies quieren huir,
me miras, estás triste, lo sé,
yo callo, te contemplo y solo eso,
tomas mis manos
tirito,
llegas
y todo es luz,
me tocas
todo se hace nada y
nada se hace todo.

Cuestión de fanáticos

Los dedos a punto de explotar arte, frases, escritos
es cuestión de tiempo,
le dije a Boztov: es más un asunto pasional
no busco la fama
solo la libertad de ideas

Me fui caminando despacito,
la calle estaba mojada,
anduve pensando en lo que quiero escribir hoy,
más tardecito, mientras voy al trabajo o regreso a casa,
escondido en mi coche,
mientras espero para pagar la luz o en la fila del banco

Basta, dejemos las vueltas
en unos días nos marchamos
empezamos la aventura
no te olvides lo que le dije a Boztov
escribir es un asunto pasional.

Marea alta a la vista

Préstame una tarde
regálame un día
acomódame en tu reloj
súmame a tu calendario
exíliame en tu soledad
junta tu alegría con mi melancolía
llévate el suspiro
hiere mi ironía

Haz todo pronto
que la marea sube
y te requiero
en todos mis espacios.

Buena bala

Mientras todos suben y bajan, yo sigo ahí, pensando, no queriendo que llegue mi paradero, ansiando que realmente sea largo el camino de regreso a casa. El bus se mueve pero no es impedimento, porque mi letra desarmada tan solo la entienden mis ojos (y con mas esfuerzos, tú).

Te veo a ti. Desde tu llegada a mi vida, te veo en la mayoría de lugares donde transito, y es dulce recordar a una chica desconocida que enloqueció el alma de un aprendiz de escritor en la mesa de la escuela. Pienso que podría a escribir de ti a ciegas. La gente conversa, se ríen, se cuentan cosas, yo pienso en ti y los elimino de mi espacio. Estamos mi libreta, la chica de ojos tiernos y yo, eso es suficiente.

Te he visto en las avenidas, he recordado tus ojos, tus pupilas, el jugueteo con tus rizos, tus manos agitándose de un lado a otro, tus muecas, tus distancias, tus palabras y las mías al viento que luego he respirado. Te he visto y he susurrado: ¿Sabes todos lo que generas mientras te miro?

Cada paradero es un cuadro distinto, es un sueño nuevo, es un “voy a bajarme e ir a buscarte, a enamorarte sin medidas”, es un suspiro, un golpe en mis sienes, es una buena bala. Tú eres una buena bala.

Concisamente jodido

Cada vez que recuerdo a Nadia mis lentes terminan empapados, no logro hacer foco en nada, solo existe eso, un llanto torpe. La veo transitar, sonriente, pulcra, dama, toda una mujer que no se merecía a alguien como yo.

Yo susurro a distancia: ¿Nadia, aun recuerdas esas dos tardes de abril? Debí quedarme a tu lado, esperando, quizá. Oyendo tu bandurria, tu voz y tú silencio. Te ofrecí una constelación y dos infiernos, pero diste la vuelta y regresaste a tu camino. Yo solo era un desvío erróneo. Me quedé vacío en el paradero, haciendo adiós con las manos, maldiciéndome, buscando la magia para retornar el tiempo disipado. Perdido y sentenciado. Jodido.

Me fui

Y luego ella y otra vez ella y la sensación de guardarme entre su corsé, entre su bolso y sus minutos. Jode ver al tiempo pasar y seguir viendo a la soledad de siempre sacarme la lengua burlona; y ella, otra vez en mi pared. Me cuelga y me descuelga, siempre tiene una excusa para dejarme en el aire, sin equilibrio, sin aire, con un peso decente.

Se acostumbró a escupir sus verdades con puños en el corazón de mi tierra.

Pulcritud

Perdonen al perro y a sus melancolías. Al menos hoy, no quiere sacudir la cola porque siente frío y se arrulla entre sus patas. Sentado a lado de un yeso en forma de santa no quiere ladrar, ni inmutarse cuando la gente pase. El perro siente frío y esboza una lágrima; recuerda, extraña, piensa en aquella persona que le ha quitado el bozal. El perro ha sobrevivido a la comida de un mendigo y a la presencia de dos ebrios sonrientes. El perro solo espera que pase el frío e ir en busca de esos pies, para recostarse en ellos y querer, querer como antes.

Suele pasar

E: Lima y su poesía, ¿cuánto amor hay entre ustedes?

D: Lima es hermosa, tú llegas a odiar y amar Lima, en realidad desarrollas todo un sentimiento contradictorio hacia tu ciudad, haces poesía evocando cada rincón, cada bar, cada jirón, avenida, callejón, farol, etcétera. La vives, la racionalizas, ahí esta el punto de encuentro entre el periodismo y la poesía, que para ser un periodista total tienes que incursionar en distintos campos e incluso dejar los títulos y la corbata a un lado, actuar como uno más, sentir como todos sienten; así como cuando tu bailas, sientes la música recorriendo todo tu cuerpo, es lo mismo: hacer poesía es bailar y hacer periodismo es la melodía, la música.

Extracto de entrevista al autor del blog.

Desenfreno en tu nombre

Me hace bien pensarte
tengo buenas razones para hacerlo
hace mucho tiempo que nadie ocupaba ese espacio
tú lo ocupas y puedo decirlo:
desde que te pienso me siento menos solo,
menos triste.

Cuando te pienso siento compañía
así no te haya visto pasar por tu calle tan concurrida
te pienso y eres poesía.

Si no te encuentro

¿Quién se atrévete a llamarte a las 3:32 a.m. y decirte que se va a trabajar al extranjero y que no va a volver? Ella lo hizo. Tardé en reconocer su voz a esa hora, lloraba sordamente y al par de minutos que su llanto se apaciguo empezó a contarme que había conseguido un cupo en un banco en Miami con la ayuda de su padre y que se iba. Me sorprendió la llamada, la noticia, su abrupta partida, la hora. Me encontraba totalmente perdido.

Colgó y me dejé caer en el sofá. Inmóvil y con el teléfono en la mano no pude concebir algún gesto. Era tarde -siempre fue tarde- para ir a buscarla, para decirle que me iba a significar estar lejos de ella, que nunca quise que perdiera a nuestro hijo, que se quedara un día más, que el culpable siempre fue mi lado, que me perdonara. En ese mismo momento hubiera querido tener el valor de ir al aeropuerto a decirle lo que nunca le dije.

Su vuelo partió a las 5:00 a.m. Hasta hoy, no he vuelto a saber de ella.

Cerrar

Caminar con los ojos cerrados,
vendados,
tropezar en cada esquina
con un loco
con mis vecinos
con las sombras.

Cerrar las ventanas del alma
no acceder a ningún trato
cerrarlas por un buen tiempo
con coraje irremediable
con paz de madrugada
cerrarlas con boleros.

Cerrar los labios
las manos y los oídos
cerrar las braguetas y los botones
cerrarlo todo
cerrarlo precisamente
hasta tu regreso.

¿Cuándo?

Valentina no cruza la calle, yo lo hago por ella, se quita los audífonos y me abraza fuerte. Tiene un peinado notable que me hace sonreír, tiene la armonía que necesito en ese instante, tiene una fragancia capaz de hacerme olvidar toda corrupción y tiene, todavía, fe en mis palabras, por eso está en esa calle. Nadie me quiere como Valentina. Estoy abatido y ella con una paciencia impresionante recoge las balas de la escena del crimen. Detengo el aguacero en mis pómulos, bajo la mirada y en el mismo lugar de siempre, me encuentro a esos ojos delicados, llenos de melodía que expresan: Te quiero, eres un tonto, un estúpido, malo y pervertido, pero te quiero.

Cruzamos la calle. La vuelvo a mirar y le digo bajito:
- ¿Cuándo será el día en que me odies Valentina, al menos un poquito?
- No me lo digas a mí Ricardo, dile a él –y señaló su pecho.

La culpa nocturna

Luego de tres semanas sin un día de descanso y de levantarme a las 3:10 a.m., hoy, por fin, pude dormir hasta las 8:00 a.m., como la mayoría de personas que conozco, sin embargo, extrañé transitar por Lima, por la húmeda, la friolenta, la pendeja. Extrañe verla jugar con los semáforos y con las autopistas mojadas, anhele viajar por esos laberintos del Centro de Lima y observar a sus prostitutas abrigándose con sus pequeñas carteras, a las combis iniciando su recorrido y a esos cochecitos llevando consigo alfalfa, quinua, maca y su pan con palta, todo eso antes de entrar a la Vía Expresa, tan sola de noche, tan apretada de día.

Sin duda esa casi hora de viaje de mi hogar hasta el trabajo es un sin fin de paisajes citadinos y mini-culturas nocturnas que no estamos acostumbrados a ver cuando irrumpe la luz.

Menos mal mañana trabajo. Buena noche.

Revólver a la salida

Así como remar cuesta arriba,
como arrastrar los pasos y vivir por inercia
como cuando las fuerzas las arrastras y la sonrisa es antónima
como cuando huyes por la puerta de emergencia, fue así,
y me fui.

Enorme rareza

- ¿Realmente me quieres?
- Desde la primera carta te quiero, ¿lo dudas?
- No, sé que me quieres, pero es raro, tú eres raro
- ¿Por qué soy raro?
- Porque me quieres y solo me has visto dos veces
- Te quiero y punto, no te hagas latas
- ¿Mucho?
- Enorme
- Ves, eres raro

Volar muy alto

Súbete a la bici conmigo,
daremos un paseo por el vecindario,
por la ciudad,
por el mundo.

Verás que divertido será
visitar más allá de los edificios
de las fronteras y
de los planetas.

Disparate

La percibió cruzando la ciudad, distraída en el pasado y con el corazón en una tabla de ajedrez, se apuntó a las sienes y pensó que la vida iba a cruzar a la vereda del frente. Le dijo: 'te quiero', y apretó el gatillo.

El bar enmudeció.

Parciales

Hoy lo decidí
hoy planee enamorarte a cuesta de todo
ir a buscarte y dejarme de rodeos de una buena vez
pero me di cuenta que tengo parciales
así que lo dejaré para cuando terminen.

Me hundo en tus brazos

Después de aquel beso en la frente me fui escribiendo algo en el camino, a paso lento y sin voltear a verla. Quizá fue el deseo a girar lo que apuro mi paso, al final nunca volteé. Era agosto pero seguía en abril, me encontraba otra vez rodeado de sus límites, de sus fronteras, me encontraba otra vez frente a terribles ojos y ante un combate absurdo entre el miedo y el amor. Nunca supe quien ganó, solo supe de su espalda, otra vez, desapareciendo entre la gente, entre la tarde, huyendo de mi boca, regresando a su trinchera.

Y otra vez me fui escribiendo en voz baja, pensando en lo que dije pero no de la manera adecuada y en lo que si dije pero que no fue adecuado para ella, tal vez no fue suficiente.

Guerrillas y paz

Has minado mis palabras con tus ojos
y has tomado de rehén a mi bolígrafo,
disparas a ciegas y
estás dispuesta a todo
por defender tus límites.

Sin embargo, yo estoy al frente de la tropa
y me impondré delante en la incursión,
me quitaré el chaleco antibalas,
pues estoy dispuesto a todo
por arrebatar tu corazón.

Y cuando triunfe la verdad,
cuando se derrumbe el miedo
y no existan barreras, juro,
habrá paz nacional.

Ya no habrán dos guerrillas,
ni la tuya
ni la mía,
habrá fiesta en libertad.

Caricia, golpe y suspiro

Suspiro y caricia
caricia y golpe
sonrisa y suspiro
minutos y golpe
golpe y futuro
vida y suspiro
suspiro y deseo
caricia y agallas
golpe y suspiro
6:43 y caricia
suspiro
golpe
6:47
caricia.

De este lado o del otro.

“Clair, esto es para ti, le darás mejor uso que yo. Para cuando leas este papel estaré muy lejos, no como lo planee, pero por primera vez en mi vida me voy de la ciudad. Tal vez si me voy pueda dejar de buscar. No importa cuando cambies aun si tienes que pagar el precio por las cosas que hiciste, sé que va ser un largo viaje, pero sé también que te veré otra vez, de este lado o del otro.”

Extracto de The Town. Escena final.

Rendición, redención

Chica, no llores más
que yo no te tengo triste en mis fotos
seca tu llanto
en 20 minutos nos largamos de esta ciudad.

Voy a darte un verano no tan malo
subamos al bus
olvidemos que existen peajes y baches
saltemos de aquí para allá, verás que buen viaje saldrá.

Ella vuela, yo aterrizo

Recién llego a casa Pulgas, recién leo tus mensajes, recién me siento en mi habitación, con los ojos hinchados, aun tirando gotas por el piso. Mi bandeja está llena de mensajes, algunos son de la facultad, otros de mi trabajo. Abro el tuyo primero porque sé que habrá algo interesante, algo que me joderá la cabeza, que me hará sonreír o llorar más. Te leo y siento tus pulgas en mi cara. Me presento: Hola, soy Ricardo, un jabón sucio y hoy quiero no existir.

Seré breve. Ella bailaba en un anfiteatro citadino, yo fui a verla, como se lo prometí. Primera fila y con cámara en mano. Salió al escenario, danzó y me envolvió. Su vestimenta era la de un ángel, sus alas eran enormes y su vestimenta muy blanca. Me daba una vuelta por La Gris y me devolvía a aquella banca, tan sublime y delicada. Terminó el espectáculo y algo se apoderó de ella. Los flashes me nublaron de su vista y me hicieron a un lado. Ya no era su escritor favorito, era un admirador más que debía aplaudir por su baile. Me largué del anfiteatro, removido por sus manos al lugar más oscuro de la ciudad. Ella seguía en el aire, yo aterrizaba en la realidad camuflado en mi alcoba. Un viaje, precisamente eso, con una ida y una vuelta, luego la realidad y el día siguiente.

A todo esto, Pulgas, ¿dónde carajos has estado?

“-¿Y por qué querías que cerrara los ojos? No quieres que te mire, bien mío.

No respondí y la miré medroso. ¡Oh!, allí estaban esos ojos terribles, con todos sus insoportables chisporroteos de sorpresa, de amor y de inquietud. Lina, al notar mi turbado silencio, se alarmó más. Se arrodilló sobre mis rodillas, cogió mi cabeza entre sus manos y me dijo con violencia:

–No, Jym, tú me engañas, algo extraño pasa en ti desde hace algún tiempo: tú has hecho algo malo, pues sólo los que tienen un peso en la conciencia no se atreven a mirar de frente. Yo te conoceré en los ojos, mírame, mírame.”

Extracto de 'Los ojos de Lina' de Clemente Palma.