“A veces lo único que necesitas para iniciar un cambio, es un corazón hecho pedazos”
Maia

El poema: 

La vida te sorprende de mil maneras diferentes,
algunas desagradables,
poco tolerables,
casi intragables,
y otras, muy raras veces,
llegan con el sonido del timbre
y una cara nueva con un regalo extraño,
y te encuentras llena de pelos y lamidas y lloriqueos.
Un perro, ni cachorro ni viejo,
algo así como adecuado,
algo así como justo a tiempo,
algo así como te obligó a quererlo y lo odiaste mucho por eso.
Un poquito al menos.

Fueron meses
de re-aprender a convivir alguien,
de hacer un espacio en tu cama,
de tolerar que se acostara a tu lado
y terminara en tus pies,
de acostumbrarte a que le ladre a todo aquel
que osara siquiera acercarse a ti,
de que a Padre le gustara y no le gustara-
un juicio tan propio de él-
de jugar, de conversar, de compartir…
de no creer que eran necesarias sogas o correas,
pues no se apartaba de tu lado.
Hasta
aquel
día
en
que
se perdió.

Levantarte
y no encontrarlo
No saber si él
No saber si tú…
Y buscarlo y buscarlo y buscarlo.
En vano.

Prometiste no llorar,
era solo un perro.
Puedes tener otro, muchos,
todo los que quieras.
¿Por qué tu cama está inundada?
¿Quién instaló un lago en tu habitación?
¿Pretendes apagar un incendio?

Luego de que la temporada de lluvias acabara en tu rostro,
un aroma familiar
una sombra en tu puerta
¿Cómocuándoporquédóndestuvistemalditasea?
No importa,
no importa,
no importa ya,
estás aquí, estoy aquí.

Algo era diferente,
culpemos a la paranoia,
es más fácil cree que estás loca.
Todo está bien, todo perfecto.
Te sientas en la grada de la puerta mientras le ves pasear.
Y
entonces
comprendes.
No se perdió, se fue,
como ahora se ha ido, de nuevo.

Pero no duele esta vez, así que está bien.
Sabes que siempre le guardarás su plato,
para cuando regrese por comida
o agua
o cariño
o compañía momentánea
o -te queda la esperanza- a quedarse.

Un día, caminando sin rumbo, le ves a lo lejos
la curiosidad puede más, siempre pudo,
te acercas, necesitas saber que es él.
Y esta vez sí duele,
porque no estabas preparada
para verlo feliz,
para verlo jugar con alguien más,
para dejarlo romperte el corazón.

Te mueve la cola y sonríes,
te vas con la idea de que al menos no te ha olvidado.
Y ahora piensas en lo ridículo que es que él te recuerde a ese perro,
ese perro que nunca fue tuyo realmente.

Alicia Durand

 La carta:
Sé que no quieres leerme, por ahora, creo, y que probablemente este texto lo leas en algún tiempo pero igual quiero enviártelo porque deseo cumplir lo acordado, conmigo y con Sandra. 
Llegó el día, irónicamente, que terminaron las terapias. Irónicamente porque pensé que nunca iban a terminar luego de tantas idas de caras. Pero terminaron. Sandra dijo: "Ve, Dan, ya te diste cuenta de lo que debes hacer". Acentué. Nos abrazamos como si no nos volveríamos a ver. Me regaló un libro y me fui a la cafetería de Luis a escribir. 
No empezaré a contarte las cosas que han pasado estos meses, porque quizá las intuyes o las sabes, o no, o llanamente no son de tu interés. Este texto no es una despedida, no son líneas de reproches, ni una invitación a vernos, este texto es para dar las gracias por lo que me diste así quizá digas que no me diste nada.
Porque (lastimosamente) luego de todo lo sucedido, me he podido dar cuenta de lo que debo hacer para convertirme en el hombre que siempre quise ser y dejar de ser el hombre que construyó mi pasado. Gracias por todo lo que hiciste por este tonto profesional con un corazón resarcido y que, a pesar de todas mis limitaciones, todavía tiene esperanzas.
Posiblemente siga moqueando cada vez que oiga Real Friends o Radiohead, o cuando vea algunas fotos tuyas. Tal vez digas: "Pero elimínalas". Por ahora prefiero conservarlas, así me digas emo, yo tengo mis razones. Te extraño mucho, Kiara. Disculpa mi cursilería de jirón. No sabes cuantas ganas tengo de darte un abrazo o simplemente de verte, al menos de cruzarme contigo por alguna avenida o en el bus; de oír tu voz o de verte tomando tu té verde por las mañanas. Pero bueno, sé que también tienes tus justificadas razones.
“Y decirte que todo está igual,  la ciudad, los amigos y el mar. esperando por ti,
esperando por ti."
Besos. Dan.
La canción: