- ¿Y Ricardo?
- Ricardo se ha ido. Es mejor así, que se quede por allá. Lejos
- ¿Y ahora quién te ayudará a escribir?
- Tú puedes ayudarme
- ¿Yo? No sé como podría ayudarte
- Solamente cuéntame cómo te ha ido estas semanas y luego ya veremos

Dante se sienta en una silla cerca a un armario repleto de libros, yo me siento en la cama y mientras bebemos jugo de naranja empieza a leer un texto raro. Extrañamente tengo la sensación de estar frente a un espejo cuando inicia la lectura.

“yo tenía una pesadilla. era atacado por un gato enorme y de ojos oscuros mientras caminaba por la estación canaval y moreyra. ¿cómo puedes encontrarte con un gato así en lima? este gato me decía que corra hacia la mar. atemorizado, yo corría. llegaba a una playa. el mar era rojo. parecía sangre. el gato me dijo que nade, cuando me resistí, me empujó al mar. empecé a bracear hacia la nada, hasta que ya no tuve fuerzas y empecé a hundirme. de pronto una mano surgió desde las nubes. una mano gigante, una mano de mujer. me tomó de los brazos y me llevó hacia el cielo. yo veía como, aún con manchas rojas, me elevaba. ahí me desperté.

desde que ella no está, casi a diario me levanto a las 5am o a las 4am por una pesadilla, o simplemente me levanto. no sé porque no puedo dormir de corrido. no importa si el día anterior tuve una jornada pesada y me acosté cansado, sigo levantándome de madrugada. la última vez que la vi, ella estaba durmiendo, besé su mejilla y me fui de su habitación. a veces, en las pesadillas, me veo a mi, pero peludo y aterrador, parado a un lado de su cama, como aquel día, solamente que ahora no intento besarla porque no quiero despertarla y me vea convertido en un monstruo.

diego me dijo hace poco: quizá eres un monstruo, pero eres un monstruo diferente a otros, que escribe bonito y canta desafinado. diego lleva su guitarra los miércoles o los viernes y cantamos por pueblo libre. cantamos hasta olvidarnos las letras de las canciones. recitamos poemas en las avenidas con la venia del serenazgo. hace unas semanas hicimos un pequeño recital en donde nuestro público fueron los perros y sus dueños que paseaban por el parque. le dije: hay poemas para recitar con el hígado, con el corazón y también con un poco de ron.

el antónimo de mis pesadillas, son los sueños sublimes que a veces disfruto. los tengo contados, registrados y guardados en un rincón de mi cabeza. han sido cuatro, ojalá y hubieran más. he soñado con alejandra. he visto su casa, su sillón rojo, su habitación blanca y su cama tendida con aquella colcha de colores. el mundo parece diferente porque ya no existe: espérame, en cinco minutos bajo. quisiera volver a rencontrarme con ella, como en mis sueños, rencontrarme con todas esas cosas que se fueron también con ella.

he soñado que estoy sentado en una habitación y ella viene, me abraza y me cuenta cuentos, como el del cocodrilo bebé que encontró a su papá. he soñado que tengo un perro y que corremos juntos por la costa, que llego a un departamento y hay un olor exquisito a estofado. que ella tiene un lindo mandil lleno de flores y una vincha en la cabeza. he soñado que soy un buen chico, que voy a mi diplomado los lunes y los miércoles, que sonreímos, que le vuelvo a decir te amo, que es martes e iremos al cine.

he soñado que ya no hablo en tercera persona, que soy batman, que viajo hacia a ella, que soy mejor y que me extraña un poquito. he soñado que me quito el disfraz de monstruo peludo, porque solamente es un disdraz, y me siento en la silla que está junto a su cama, que despierta y me mira sin miedo, como antes. he soñado que soy feliz, que vivo con mi papá, que me olvido del ayer y que tomo una manzanilla mientras escribo sobre su lado con pecas.”

Cuando Dante termina la lectura, lo miro y le digo: Caramba hombre, ya deja de escribir sobre mí.