Mi chica tiene un vestido nuevo
y es hermoso, parece que hiciera
una venia cuando ella gira
el vestido la envuelve delicadamente
dejando ver sutilmente sus delgadas piernas.

Ella es feliz con su vestido nuevo
lo luce, lo lleva de nuestra habitación a la cocina
de la sala al pasillo, lo muestra por toda la casa
lo exhibe de la manera más brillante
no le importa los inoportunos comentarios, ella está contenta.

Mi chica sonríe con su vestido nuevo
y yo la miro en silencio
porque lo bello debe apreciarse así
sin decir una sola palabra
sin arruinarlo con frases de más.

El vestido contrasta con sus labios
con sus orejas, con sus manos
permite ver sus tobillos y sus brazos
ella me lo muestra caminando en la sala
y yo me desvanezco poco a poco.

Ella suma a sus vestidos unos tacos altos
casi que logran alcanzar
el último de mis cabellos
los tacos negros moldean sus piernas
embellecen sus pantorrillas.

Mi chica toma su vestido de los lados y lo estira
es casi una danza de seducción combinada con ternura
¡mi chica y su vestido
y sus tacos
y su sonrisa!

La sujeto entre mis brazos y nos besamos
y nuestro beso reluce
tanto como ella en medio de la sala
quiero quererla en ese centro mismo
pero no quiero arruinar su vestido.

Ella se acerca, suspiro y la tomo
la altura de sus tacos permite un contacto cándido
ligero pero intenso
le sugiero se quite el vestido
ella me dice que no es obstáculo.

Hacemos el amor con sus tacos
y su vestido nuevo
sus piernas ligeramente apartadas
esta vez no me enlazan, esta vez me marcan una pauta
un ritmo a cierta distancia.

Forman un Triángulo de las Bermudas
en donde mi nave
pierde su dirección
y colisiona en cada
ángulo de esa figura.

El vestido nuevo de mi chica
sus tacos negros y su espalda semidesnuda
muestran su lado más íntimo
ese lado que toca el cielo
el cielo que puedo palpar gracias a sus tacos.

Hoy he recordado ese vestido
sus tacos negros y ese triángulo
y he querido ir a buscar a mi chica
para quererla mucho, pero esta vez
en todas las figuras geométricas.