Mi jefe tiene una amante. Se llama Rosita, o bueno, él la llama de cariño así. Rosita viene a almorzar dos veces a la semana por nuestra oficina. Escondidos en algún restaurante barranquino se aprietan por debajo de la mesa y juegan con su comida como dos tórtolos en primavera. Un día entré al restaurante en donde siempre almorzaban y los vi en puro afecto. Sus rostros de sorpresa fueron evidentes pero ella lo supo disimular mejor.

Rosita tendrá unos 40 años. Se ve muy joven. Mi jefe debe tener más de 45, sin duda alguna. Yo conozco a su esposa, a sus dos hijos e incluso estudié con uno de ellos. Rosita es mamá de una de las trabajadoras de la empresa, compañera del área. Hallé el punto de encuentro. El algún evento se habrán conocido. Rosita se divorció hace más de 14 años y todos los veranos se va al sur.

Mi jefe se ha acercado a hablar conmigo del "asunto". He optado por esperar que las cosas caigan por su peso. Me da flojera meterme en asuntos que no me incumben. Podría ir y decirle a mi amigo, su hijo, que su padre lleva dos años engañando a su madre; o a mi compañera del área, la hija, que su madre es amante del tipo que le firma las vacaciones. Si se van a sacar los ojos que yo no sea el cirujano.

Cumpleaños de la hija. Una pequeña reunión al terminar el día laboral. Todos beben y ríen por los 23 de la Community Manager. "¿Y tu mamá no viene?", le preguntan. Mi jefe está a unos metros y la pregunta lo hace mirar de reojo a la hija pero no gira. "Está con su novio, no creo que pueda pero vamos a cenar más tarde." Mi jefe y yo intercambios miradas recelosas, se retira a los servicios higiénicos y una sonrisa sarcástica aparece en mi rostro.

Pienso en Rosita, la imagino brindando con su novio y bronceándose en Asia. Pienso en mi jefe, iluso, creyendo exclusivo el cariño de Rosita, sin embargo, no tiene oportunidad a reclamar nada. Rosita le ha dado de su propio chocolate y no hay dramas. En esta ciudad muchas veces resulta más justo el ojo por ojo y mentira por mentira. Mi jefe regresa, se sirve un trago y camina hacia mí mientras pienso: ahora qué vas a decir, sigue chupando nomás.