Uno puede tener mil cosas, uno puede querer mil cosas, uno puede no desear tener mil cosas, uno no puede tener mil cosas.
Marty Vargas

Esto lo acabo de escribir en el bus, mientras iba al trabajo, porque le he prometido a mi psiquiatra escribir algo el día lunes. Es miércoles y recién redacto algo. No sé qué rayos voy a poner líneas más abajo, pero en mi defensa puedo decir que soy malo con la puntualidad.

Hoy he vuelto a tomar café. Ha sido encantador sentir ese olor natural en mi nariz. Respiré, apreté el envase con mis manos, sentí la calentura y bebí. Seguramente en la noche estaré quejándome por la acidez que me producirá la cafeína (sufro de gastritis), pero da igual. He vuelto a beber una de esas sustancias maravillosas que da la tierra y me he sentido activo, ligero, satisfecho.

Tengo las manos heladas. Hay días todavía gélidos y con neblina por esta parte de la ciudad. Llego a mi paradero final y a los lejos se percibe un denso manto gris que se pasea por los edificios. Perros moviendo la cola por las áreas verdes, mujeres y hombres corriendo y otros en bicicletas completan el paisaje.

Es temprano para llegar a la oficina. Me siento en un parque cercano mientras bebo mi café. Me quedo mirando el cielo unos minutos. Pienso en los últimos meses de este año y viene a mí la imagen de Alejandra, de su hogar, de su habitación. Quisiera que compartiera este banco conmigo. Aprieto mis manos, una sensación extraña recorre mi quijada. Y otra vez la nariz colorada. Una chica en bicicleta pasa frente a mí, bajo la cabeza y acomodo mis audífonos.

- ¿Un resumen Elise? ¿Un resumen de mi año? ¿Pero qué parte de que se jodió todo no se entendió?
- Escribe lo que piensas, lo que sientes, lo que se te venga a la cabeza, el día que empieces a decir lo que sientes y lo que piensas, y dejes de esconderte en mentiras, ese día te curarás.

¿Es posible que un año pueda resumirse en una o en dos personas? ¿Qué puedo decir? ¿Qué no puedo decir? ¿Es acaso que tantos sentimientos y emociones se puedan compilar en un texto? ¿Por qué tantas preguntas? ¿En qué momento empecé a desconfiar y di paso a mis psicosis? ¿Y si hubiera confiado tan sólo un poquito más? ¿En qué momento me quedé callado y lo compliqué todo? ¿Cuándo una mala decisión se convirtió en una cadena de mentiras? ¿Por qué mentí? ¿Por qué no tuve el valor de decirle que mis miedos me atormentaban? ¿Por qué? ¿Por qué deje que esa inseguridad me fulminara? ¿Por qué es tan complicado girar esta hoja? ¿Por qué demora tanto el maldito bus? ¿Por qué? Putamadre.

Y llegas a imaginar que si la máquina del tiempo de Herbert George Wells existiera serías capaz de dar todos tus órganos por subirte en ella y volver meses atrás. No, no existe. Es una maldita ficción. Tienes que afrontar tu hoy, con lo que te queda, con lo que tengas. Tienes que buscar las respuestas. Localizar muy bien el punto y aparte, y continuar el texto. No hay excusas. Evita esas frases: “No estés así, la vida es bella.”, “No vale la pena.”, “Sonríe, es lo mejor que puedes hacer.”, etc. Da las gracias cuando las oigas, pero evítalas, en algún momento tendrán un sentido redundante. Al menos para tipos como yo, le son vanas y típicas.

Tipos que regresan fatigados a sus casas. Que no quieren cenar y que solamente quieren sentarse en un banco a oír música. Tipos que quieren escribir e intentar responder preguntas, que se abrigan porque sienten frío en las noches y que extrañan que la lluvia les moje los zapatos. Problemas, terapias, ella, culpas, sentimientos encontrados, maldiciones, rencores, puños apretados. Tipos que tienen frías las orejas, que esperan señales y algunas canciones, que aguardan a que las fotografías puedan revelarse.

Tipos que terminan un año escribiendo lejos del ruido de los autos, de la ciudad y de las personas. Un año jodido, de caer en el lodo, de hundirse, de cien vasos de bourbon, de pañuelos colgando en la terraza, de venas marcándose en la piel, de extravíos voluntarios, de narices coloradas los 8 días de la semana. Un año para dejar atrás, para apuntar lo aprendido y continuar. Para continuar.

Hace poco hablé con tu cama
me dijo que era un malo por abandonarla
y que me extrañaba
que le gustaría verme más seguido
yo le dije que su dueña
no quiere ni verme
no quiere ni que me acerque a su delicado aposento

hace una semana tu cama me llamó
me dijo que vio a un hombre entrar
y recostarse sobre ella
a ella no le hizo gracia
porque olía mal
porque no te trató bien
y por eso estuvo rechinando toda la noche

tu cama todavía me guarda respeto, aunque tú ya lo hayas perdido
tu cama, tu bendita cama
todavía siente placer y alegría
cuando recuerda todos esos episodios de invierno
y se aloca por dentro y por fuera
así como tú te alocabas

tu cama y yo a veces nos vemos a escondidas
cuando te vas al trabajo
yo le digo esas cositas que nunca le han dicho
y ella me presta esa única almohada que tiene
yo la acaricio con mis manos
por eso te recibe bien cuando regresas

la nostalgia a veces la invade
cuando recuerda el día que me despedí de ti
y se pone a llorar en el teléfono
yo le miento, le digo que volveré
ella no me cree
y sigue llorando

lo bueno es que tiene fe en mi
y espera el día en que vuelva a recostarme en ella
junto a ti
en el que nos volvamos a alocar como antes
en el que olvide otra vez mis pesadillas
y vuelva a soñar esas cosas sublimes que solamente soñé sobre ella.


Elise, mi psiquiatra, me ha dicho que escriba otra vez. Yo le digo que me da pereza, igual que me da pereza ir a los grupos de autoayuda los sábados a las 11am. No contenta con levantarme a las 10am, me cita a las 4pm en su consultorio para que le cuente la experiencia de la mañana. Voy cuatro sábados y ya es un récord para mí. No había ido más de dos veces a una cita con un psicólogo o un psiquiatra. Al menos con el mismo. Los he visto siempre como intrusos, como espías con diploma. Elise me dice que si no quiero ir, que no vaya, sin embargo, yo siento que debo ir. Conversar con ella y empezar un proceso me ha hecho bien estas semanas.

Elise es madre, tienes dos hijos y está casada con un abogado. Su consultorio queda cerca a mi casa, así que ir a verla los sábados no es tan complicado. Lo complicado es levantarse los sábados, ir hasta un colegio en Jesús María y participar del grupo de autoayuda. Repito: da pereza, porque los sábados se debe dormir de largo, sin embargo, lo hago, porque el resultado ha sido y es positivo.

El primer día

- Hola. Mi nombre es José
- ¡Hola José!
- Bueno, vengo porque tengo algunos problemas de autoestima e inseguridad, tengo un par de TOCs y algunas emociones no las puedo controlar. He estado hablando con la Sra. Elise y pues ella me recomendó venir aquí, con ustedes, y compartir lo que siento, lo que me está pasando y encontrar soluciones. A igual que todos, busco mejorar, poder terminar mi proceso, estar tranquilo y bien.

Soy Redactor Creativo en una empresa de aplicaciones móviles pero no puedo escribir hace tres semanas, estoy como bloqueado o algo. ¿Cómo me di cuenta de lo que tenía? Pues, es una larga historia, pero a manera de resumen puedo decir que hice daño a una persona que amaba. No me di cuenta de los problemas que tenía, me callé, no fui honesto, tuve miedo y me equivoqué. Todo lo que pasó con ella, hizo que me diera cuenta de que algo no estaba bien, de que tenía que analizar lo que estaba pasando, así que tomé decisiones para cambiar lo que estaba mal.

Esa es básicamente mi historia. Quiero estar bien, por mí, por mi familia, por las personas que aún confían en mí, por las que todavía tienen fe en que todo se puede solucionar. Voy a seguir con mi proceso y a ponerle fuerza. Bueno, eso es todo. Gracias.


semana 3

Elise y Dante, un sábado de terapia.

- Has estado tomando mucho estas semanas, ¿eres consciente de eso?
- Si
- No puedes beber si estás medicado Dante, lo sabes
- Es que no puedo evitarlo
- Eso significa que no estás tomando tus pastillas, no estás siendo firme con este proceso, sino tendrías control de tus acciones
- Pero estoy tomando las pastillas, voy a al gimnasio, estoy tratando de tener mi mente ocupada pero a veces recuerdo algo y se jode todo
- ¿Qué hablamos de controlar nuestra mente para así controlar nuestras acciones? No sirve de nada que tomes las pastillas sino eres capaz de controlar tus acciones. ¿Has olvidado acaso las razones por las que estás aquí?
- No
- Dime por qué estás aquí
- Porque soy un chico malo que hizo mucho daño
- ¡No! Dime las verdaderas razones Dante. Dale
- Porque no confío en nadie, ni en mi mismo, porque soy un inseguro y un mentiroso
- ¿Y tus miedos?
- Mis miedos nacen de la inseguridad que siento
- ¿Y ya pensaste qué hacer con esos problemas?
- Aún no, no puedo Elise, hay cosas en las que no puedo pensar todavía.


semana 4

Dante y Elise, otra vez. 3 p.m.

- ¿Qué es lo que más ha estado en tu cabeza estas últimas semanas Dante?
- Su cara. Su cara de odio, de pena, de asco hacia mí. Sus palabras, todas, cada insulto, cada apelativo, no he podido dejar de pensar en todo lo que dijo ese viernes.
- Estás filtrando tus recuerdos de la peor manera ¿sabías?
- No puedo evitarlo Elise
- El alcohol no hará que olvides todo eso Dante, no hará que tu memoria sea más selectiva, no hará que te sanes, no hará nada positivo.

Un silencio largo habita el consultorio de Elise mientras Dante baja la mirada evitando llorar.

- ¿Y ahora qué sientes?
- ¿Qué siento? (Silencio) Siento que el corazón me late a cien, siento un poco de rencor recorriendo mis manos, siento mucha ira, muchas ganas de golpear el saco hasta que me sangren los puños. Siento ganas de irme de Lima, de largarme de esta ciudad, de evitar todo lo que me recuerde lo que hice
- ¿Y por qué no lo haces?
- Mis vacaciones todavía son en diciembre
- ¿Y piensas viajar?
- Si, definitivamente, esta ciudad me está asfixiando
- No, no es esta ciudad, ni ninguna otra, puedes viajar a Madrid o al Japón pero te seguirás sintiendo asfixiado, porque la asfixia te la provocas tú mismo, con tus propias manos.


semana 5

Dante ya no toma Lorazepam, ya no se embriaga y Elise lo felicita. Le premia con un libro: ‘Los tipos duros no bailan’ de Norman Mailer. Dante está contento con su libro nuevo, sin embargo, es consciente que falta mucho camino. Un camino muy empinado.

- ¿Y escribiste algo al final?
- Si, fui a su edificio y subí hasta el último piso, hasta el lugar donde ponen las antenas. No le dije a nadie que estaría ahí. Llevé unos papeles y mi lapicero. Escribí algunos párrafos. También dibujé muchas cosas que pensaba, como usted me recomendó
- ¿Puedo ver esas hojas?
- No, porque al terminar de escribir las tiré al cielo y se perdieron entre los edificios
- Ay Dante, definitivamente eres un paciente único (Risas).

- ¿Y Ricardo?
- Ricardo se ha ido. Es mejor así, que se quede por allá. Lejos
- ¿Y ahora quién te ayudará a escribir?
- Tú puedes ayudarme
- ¿Yo? No sé como podría ayudarte
- Solamente cuéntame cómo te ha ido estas semanas y luego ya veremos

Dante se sienta en una silla cerca a un armario repleto de libros, yo me siento en la cama y mientras bebemos jugo de naranja empieza a leer un texto raro. Extrañamente tengo la sensación de estar frente a un espejo cuando inicia la lectura.

“yo tenía una pesadilla. era atacado por un gato enorme y de ojos oscuros mientras caminaba por la estación canaval y moreyra. ¿cómo puedes encontrarte con un gato así en lima? este gato me decía que corra hacia la mar. atemorizado, yo corría. llegaba a una playa. el mar era rojo. parecía sangre. el gato me dijo que nade, cuando me resistí, me empujó al mar. empecé a bracear hacia la nada, hasta que ya no tuve fuerzas y empecé a hundirme. de pronto una mano surgió desde las nubes. una mano gigante, una mano de mujer. me tomó de los brazos y me llevó hacia el cielo. yo veía como, aún con manchas rojas, me elevaba. ahí me desperté.

desde que ella no está, casi a diario me levanto a las 5am o a las 4am por una pesadilla, o simplemente me levanto. no sé porque no puedo dormir de corrido. no importa si el día anterior tuve una jornada pesada y me acosté cansado, sigo levantándome de madrugada. la última vez que la vi, ella estaba durmiendo, besé su mejilla y me fui de su habitación. a veces, en las pesadillas, me veo a mi, pero peludo y aterrador, parado a un lado de su cama, como aquel día, solamente que ahora no intento besarla porque no quiero despertarla y me vea convertido en un monstruo.

diego me dijo hace poco: quizá eres un monstruo, pero eres un monstruo diferente a otros, que escribe bonito y canta desafinado. diego lleva su guitarra los miércoles o los viernes y cantamos por pueblo libre. cantamos hasta olvidarnos las letras de las canciones. recitamos poemas en las avenidas con la venia del serenazgo. hace unas semanas hicimos un pequeño recital en donde nuestro público fueron los perros y sus dueños que paseaban por el parque. le dije: hay poemas para recitar con el hígado, con el corazón y también con un poco de ron.

el antónimo de mis pesadillas, son los sueños sublimes que a veces disfruto. los tengo contados, registrados y guardados en un rincón de mi cabeza. han sido cuatro, ojalá y hubieran más. he soñado con alejandra. he visto su casa, su sillón rojo, su habitación blanca y su cama tendida con aquella colcha de colores. el mundo parece diferente porque ya no existe: espérame, en cinco minutos bajo. quisiera volver a rencontrarme con ella, como en mis sueños, rencontrarme con todas esas cosas que se fueron también con ella.

he soñado que estoy sentado en una habitación y ella viene, me abraza y me cuenta cuentos, como el del cocodrilo bebé que encontró a su papá. he soñado que tengo un perro y que corremos juntos por la costa, que llego a un departamento y hay un olor exquisito a estofado. que ella tiene un lindo mandil lleno de flores y una vincha en la cabeza. he soñado que soy un buen chico, que voy a mi diplomado los lunes y los miércoles, que sonreímos, que le vuelvo a decir te amo, que es martes e iremos al cine.

he soñado que ya no hablo en tercera persona, que soy batman, que viajo hacia a ella, que soy mejor y que me extraña un poquito. he soñado que me quito el disfraz de monstruo peludo, porque solamente es un disdraz, y me siento en la silla que está junto a su cama, que despierta y me mira sin miedo, como antes. he soñado que soy feliz, que vivo con mi papá, que me olvido del ayer y que tomo una manzanilla mientras escribo sobre su lado con pecas.”

Cuando Dante termina la lectura, lo miro y le digo: Caramba hombre, ya deja de escribir sobre mí.
la siempre olvidada zeta


la maletera patriota


los combinados powers

la famosa receta de la abuela, dijo


como para quitarse el frío


"la yapa es la entrada, joven"


¿ya pasaron los de chavín de huantar?


el buen desayuno estaba en la cuadra 12


luego de la venta, volvemos a la ruta



Siempre son las 3am cuando no se puede dormir
cuando solamente se da vueltas
maldita hora para no dormir
los ojos pesan
pesan carajo, pero no se duerme
es de madrugada y esto es lo único que puedo hacer
escribir
extrañar el olor del mediodía
extrañar sus manos perfectas
a mi viejo y a ese amigo que no está.

Es de madrugada y siento que las paredes
se caen a pedazos y tengo la necesidad
de cantar, de caminar, de tomar un café
aunque no pueda
de jugar fútbol con los del barrio
de beber, de gritar y de callarme
de tocar su puerta y preguntar
¿por qué siempre termino escribiendo de ti?
¿por qué?
¿por qué son las 3 a.m. y aún sigo despierto?

Los libros no ayudan para el propósito
ni tampoco la música, es como un complot
en contra de mi descanso
aún no puedo dormir
aún quiero ir a buscarte
aunque no hayan buses que me lleven
aunque no pasen taxis por la avenida
sigue siendo madrugada
y aún quiero seguir escribiendo
todavía quiero pensar en ti.

Su hija me hace llegar tarde al trabajo
ya no dejo mi camisa planchada
ni mi pantalón en la silla
olvidé lustrar los zapatos
todo por culpa de su hija.

Su hija de cerquillo eterno
tiene los ojos estirados
como si siempre tuvieran recelo
se ríe cuando acaricia mi cabeza
pues me pronostica caída de cabello.

Su hija es linda
de cuello delgado
y lengua pequeña
no me cuida en la gripe
pero me amamanta cada mañana.

Su hija me deja adolorido
acalambrado y fatigado
me hace bajar algunos kilos
que luego me los devuelve
en sus menús acriollados.

Su hija les pone nombres
a los animales por la calle
Jacinto, Pepe, Lucho
ningún cuadrúpedo se le escapa
gatos gordos o perros flacuchos.

Su hija huye de las aceitunas
y le gusta el chijaukay
aleja de su mesa a la cerveza
y no prende cigarrillos
sigue fiel su dieta pero no explica su panza.

Su hija me da esperanza
y me suministra amor
me ha dicho que ama
mientras paseábamos por Yanahuara
yo le he escrito una canción.

Su hija me ha dicho
que usted es buena gente
que no me ahorcará
que iremos a jugar billar
y luego a cenar.

Tan solo espero que
usted no me tiré de su edificio
que sea chévere y buena onda
soy un hombre de bien que
solamente quería invitarlo a la boda.

Ricardo escribe:
Alejandra ya se había realizado la prueba de las líneas rojas ese viernes y la cual resultó negativa. “Era un bolsa de nervios Ricardo, necesitaba estar tranquila” me dijo por el teléfono. Hubo una tranquilidad temporal aquella tarde, pensábamos que ya llegaría, que solamente era cuestión de esperar. El sábado y el domingo me dediqué a buscar todo tipo de información en internet. Encontré una gran variedad de páginas en donde “especialistas” explicaban con palabras raras las muchas causas de una irregularidad. Paseé también por algunos foros, en donde mujeres de cuatro, de sietes y de ocho meses contaban su experiencia desde que supieron que compartían su cuerpo con otro ser. Yo pensaba en todas las causas, menos en la que tenía que ver con fecundación.
La semana se pasó rápido. Cada día estaba a la expectativa de un correo de Alejandra en donde me anunciara que todo se había ordenado, sin embargo, terminada la semana no había rastro de regularidad y los nervios aparecieron otra vez y también las preguntas: ¿cuándo fue la última vez? ¿y si estás? ¿has mirado bien tu calendario?. Tendríamos que optar por una prueba más precisa, más exacta, una prueba que disipe toda intranquilidad. El viernes siguiente luego de la primera prueba fue el día más lento de la semana. Todo a mí alrededor era increíblemente redondo o infantil. Mujeres embarazadas, como nunca, pasando por mi costado, señoras y sus cochecitos, bebes sonriendo en los brazos de sus madres en la cola del supermercado. Sentía una conspiración a mis nervios o, quizá, un preámbulo de lo que vendría.

“Optemos por el sanguíneo, ya han pasado más de dos semanas Ricardo”. Acepté. Alejandra salió temprano de su oficina y fue a una clínica cercana. La sangre nunca se equivoca, dicen. Yo la alcanzaría luego. En el taxi hacia la clínica pensaba en Alejandra, en todo el tiempo a su lado, y las preguntas otra vez hacían ‘toc, toc’ en mi cabeza, y veía como una película de las cosas más sorpresivas de mi vida pasaban delante de mí en blanco y negro. Me tomaba las manos y me apretaba los dedos, movía los pies como queriendo zafarme del zapato. Mi mirada se quedó por un momento estática mirando el atardecer candente a las 6:30 p.m. Pensé en mi madre y en mis hermanas, en sus padres. ¿Cómo reaccionarían?
Cuando llegué a la clínica ya no habían muchos pacientes, eran las 7:10 p.m. Era una noche fresca de un marzo veraniego en Lima. Una señorita de blanco me guía hacia una sala en donde hay una mujer leyendo una revista y al lado está Alejandra. Lleva un vestido amarillo con medianos puntos negros, una correa oscura en la cadera y sandalias. Tiene apoyada la cartera en sus piernas y la rodea con sus brazos. Me siento a su lado y tomo sus manos. ¿Cuánto falta? Son casi las 7:30 p.m. Hace media hora le extrajeron y faltan diez minutos para que un sobre llegue a nuestras manos con los resultados. Tiemblo. Ella lo sabe.
Aprieta mis manos cada vez que una señorita de la clínica sale de alguna sala. Evitamos las preguntas que nos han estado siguiendo estos días. Solamente queremos tener ese sobre en nuestras manos e irnos a casa. Una señora sale de una sala, Alejandra la reconoce, la señora le entrega un sobre blanco que trasluce una hoja doblada en su interior. Alejandra lo toma y lo pone en mis manos. Nos miramos y siento que alguien nos ha puesto en slow. Nos miramos durante casi cinco minutos y siento que son los minutos más largos de mi vida. El corazón se acelera y la respiración es más lenta.

Positivo.
Una lágrima se desparrama entre los labios de Alejandra mientras sonríe.

Alejandra ha tomado mi libreta y me ha dejado unos párrafos que he leído hoy en la mañana. Al terminar he girado el auto de regreso a casa. Menos mal, la he encontrado.

No es necesario explicar sus líneas, menos mi tardanza a la oficina.
Te he oído decirle a los chicos: “shhh, tranquilos, es mamá que está en ‘esa etapa’. Limítense a decirle ‘sí mami, no te preocupes’ ”. ¿Por qué hablan de mí como si fuera la loca furiosa de la casa? Ricardo, como dirían, pongamos las cartas sobre la mesa para entendernos. Mis cambios hormonales de los 45 algún día tus los sufrirás a los 55. No te librarás. Si hoy me pongo renegona e insoportable, tú te pondrás panzón, calvo, malhumorado y ese rendimiento de tus 20 años, ¡ja!, ya no lo tendrás. Así que no seas mal esposo y acepta a esta “vieja” con cariño y sin tanto berrinche. Recuerda: hoy por mi, mañana por ti. La menopausia es un ciclo de la vida, no un castigo diabólico. Aceptarse y ser aceptada con amor es lo mejor que se puede hacer para este momento.
No me digas que los 40 de estos tiempos son los 20 de antes. No me voy a tomar licencia de quinceañera, cariño. Los 40 años son eso y punto. Esta “menopaúsica” como susurran ha aprendido hasta este hoy a caminar firme y a enseñar a nuestros hijos a caminar así también, sé a dónde voy y sé como quiero ir. No se puede comparar la experiencia de los 20 con la experiencia de los 40. Esta etapa es hermosa, se sonríe más, se disfruta más. No necesito desfilar por un cirujano para volver a aquella belleza pasada. No necesito terminar con los ojos en la espalda de tanto estiramiento. Sé que no soy la Alejandra que conociste, ambos hemos cambiado, mejor dicho, nos hemos deformado, sin embargo, seguimos caminando fascinados de hasta donde hemos llegado. No estamos viejos, solamente somos vintage. Aceptar que los años avanzan renueva el espíritu, intentar retroceder el calendario te envejece más rápido. La vida continua, todos tuvimos 20 o 30, todos tendremos 50 o 60, y debemos vivir cada día intensamente, vivir a los nuestros, vivir el hoy y el mañana.
Alejandra
Mi chica tiene un vestido nuevo
y es hermoso, parece que hiciera
una venia cuando ella gira
el vestido la envuelve delicadamente
dejando ver sutilmente sus delgadas piernas.

Ella es feliz con su vestido nuevo
lo luce, lo lleva de nuestra habitación a la cocina
de la sala al pasillo, lo muestra por toda la casa
lo exhibe de la manera más brillante
no le importa los inoportunos comentarios, ella está contenta.

Mi chica sonríe con su vestido nuevo
y yo la miro en silencio
porque lo bello debe apreciarse así
sin decir una sola palabra
sin arruinarlo con frases de más.

El vestido contrasta con sus labios
con sus orejas, con sus manos
permite ver sus tobillos y sus brazos
ella me lo muestra caminando en la sala
y yo me desvanezco poco a poco.

Ella suma a sus vestidos unos tacos altos
casi que logran alcanzar
el último de mis cabellos
los tacos negros moldean sus piernas
embellecen sus pantorrillas.

Mi chica toma su vestido de los lados y lo estira
es casi una danza de seducción combinada con ternura
¡mi chica y su vestido
y sus tacos
y su sonrisa!

La sujeto entre mis brazos y nos besamos
y nuestro beso reluce
tanto como ella en medio de la sala
quiero quererla en ese centro mismo
pero no quiero arruinar su vestido.

Ella se acerca, suspiro y la tomo
la altura de sus tacos permite un contacto cándido
ligero pero intenso
le sugiero se quite el vestido
ella me dice que no es obstáculo.

Hacemos el amor con sus tacos
y su vestido nuevo
sus piernas ligeramente apartadas
esta vez no me enlazan, esta vez me marcan una pauta
un ritmo a cierta distancia.

Forman un Triángulo de las Bermudas
en donde mi nave
pierde su dirección
y colisiona en cada
ángulo de esa figura.

El vestido nuevo de mi chica
sus tacos negros y su espalda semidesnuda
muestran su lado más íntimo
ese lado que toca el cielo
el cielo que puedo palpar gracias a sus tacos.

Hoy he recordado ese vestido
sus tacos negros y ese triángulo
y he querido ir a buscar a mi chica
para quererla mucho, pero esta vez
en todas las figuras geométricas.

Extiende tu mano
porque siento que me hundo
siento que caigo y estallo
solo necesitas mirar hacia abajo
estoy suplicando.

Extiende tu mano
o tus pies
me estoy retorciendo
de dolor aquí
necesito aire
necesito dar un giro a todo.

Oye mi demanda
no puedo vivir en la oscuridad
caí y me acostumbré aquí
eso fue lo peor
el inicio del desastre
una bomba en mis hemisferios.

Ven otra vez
que es necesario vernos las caras
necesito verme en tu pecho
no haré de este hoyo mi tumba
acércate y tócame
al menos con la punta de tu índice.