Te escribo porque por alguna razón para ti siempre hay palabras, así ni recuerdes ya mi último peinado. Siempre que me enfrento a una hoja en blanco apareces tú. Eres mi recurso literario desde que te has ido. Cómo es posible ¿no? Luego de tantos años resulta hasta patético pero no puedo explicarlo. Hasta el día de hoy le he colocado algunos títulos pero ninguno creo hacen honor a la verdad. Nunca faltan las perfectas oraciones y los pucheros con insomnio. A veces creo que es la bronca por no saber de ti, por no tener la magna suerte de cruzarme contigo por la calle, y Lima es tan pequeña comparada con otras ciudades. Pero por alguna razón ni siquiera veo tu espalda en alguna fila del Metropolitano o del Corredor. Pareciera que estratégicamente te has borrado de mi mapa.

Por cientos de razones, espero que sigas así.