He tenido esos sueños. Volvía a ti y dejaba de escribir para ponerme a escuchar canciones antiguas en tu viejo tocadiscos al pie de tu cama. No tengo que volver a dormir. Te he visto muy clara. Convencido de que no cierras aún la puerta, te envié un mensaje. "Me robaron las tarjetas, ¿puedo pasarte dinero a tu cuenta para que me lo entregues?" Te solidarizaste pero en tu voz noté que sigues creyendo que lo nuestro es un laberinto adictivo al cual le faltan las salidas.

¿Por qué te llamé esa tarde? ¿Por qué estabas tan elegante y mis ojos me delataron? Sumé capital a tu egocentrismo. Te compré el ticket de ida y vuelta a la Luna. Me miraste con esos ojos de ninfa malévola y te abrí la puerta, otra vez. Iniciamos una conversación común y corriente. Las típicas preguntas que haces luego de no ver a una persona en mucho tiempo.

Empezaste a mover las manos. Porque siempre que hablas mueves las manos. Empezaste a agitarlas de un lado a otro y las leyes de aerodinámica dejaron de existir para mí. Después de pensarlo bien, caigo en la cuenta, que es difícil escribir de ti y no pensar en tus manos. Te veo acercarte a mí. Un vestido lleno de girasoles envuelve a mi droga favorita.

No hace falta decirlo, estamos complacidos de estar juntos otra vez. Ubicados en la parte trasera de tu auto pienso por un momento en huir. Todavía tengo tiempo. ¿Lo tengo cierto? ¡Rayos! ¿Dónde quedó aquello que nos diferencia? ¿Lo que no soportamos uno del otro? Lo necesito para abrir esta puerta. No aparecen y empiezo a dudar si es que en algún momento existieron o solo fueron proyecciones de nuestro egocentrismo.

Es inútil. Sigo amagando tu mirada con la voz de Jevetta Steele de fondo. "Todo está bien Dan, ya pasó, no hablemos del tema". En ese instante, me siento Nick Dunne de Gone Girl, precisamente en la escena inicial de la película, preguntándome mientras te acercas: "¿Qué estás pensando?¿Cómo te sientes?¿Qué nos hemos hecho el uno al otro?" Nos reímos cómplices. Nos brillan los ojos de felicidad. Tenemos motivos.

- ¡Volví!
- Quién lo diría

Descifrarte siempre fue una tarea ardua. ¿O descifrarme? Recuerdo tus frases: "Tu cerebro funciona como el de un comediante deprimido en una historieta antigua"; "Mi vida es una canción de The Who"; "Lo peor de la vida es entender las cosas mucho tiempo después de que hayan sucedido"; "Voy a hacer algo que cambiará tu vida para siempre: pediré pollo a la brasa" o la típica: "Creo en ti, a quien no creo es al tipo de tu espejo".

Hablamos tanto esa noche. Del diplomado que estás a punto de terminar, de tu nuevo auto y de Chompiras, tu schnauzer travieso; te conté de la carrera, mi nuevo departamento y el poemario que aún no termino. Nos veneramos con las miradas. Sonaban nuestras canciones favoritas y las sonrisas estaban desparramadas. 'In the Morning' de The Coral hace su aparición. Mueves el pie y la cabeza de un lado a otro. Que linda estás, pienso, pero no lo digo.

Nunca lo dije. Los errores que incluyen el silencio son errores que pagas caro. Aparece la bronca con uno mismo. No pude decirte todas las palabras que imaginé decirte cuando te volviera a ver. Y ayer quise contarte tantas cosas más. Que aún no aprendo a bailar. Que sigo comiendo panetón todos los meses y que ver películas sin ti es totalmente aburrido. Que pronto voy a publicar un poemario dedicado a ti y espero que estés ahí para entregarte una copia. Que extraño tu voz por las mañanas, tus vestidos, tus peinados y chistes random. Que la señora María me sigue preguntando por ti y cada vez me cree menos cuando le digo que estás de viaje. Que la próxima semana voy a declamar en San Juan y me gustaría que fueras a verme. Que me voy a mudar a un lugar más cerca al mar porque me gusta ver el amanecer junto a la neblina. Que no estoy hecho para la nostalgia. Que, a pesar de todo, me va bien. Que me gustaría que luego de tantas idas y vueltas nos sentemos a tomar esas cervezas que nos debemos desde que nos conocimos. Que a fin de año me voy de Lima y regreso cuando acabe el verano; que necesito una ciudad menos ardiente que esta. Que no ha habido semana en la cual no he recordado la posición de tus brazos al fumar.

Lo más importante, Carolina, quise contarte que te he extrañado desde la última vez que te vi y que, estoy seguro, estoy desperdiciando este tiempo sin ti.

A Hilda

Todo lo que necesito esta noche quizá sea una copa con vino y galletas de agua. Recuerdo que cuando el blog cumplió un año me metí una borrachera con Maia de la cual tenemos pocos registros. Queríamos celebrar el pequeño gran éxito. Era un año escribiendo y publicando en tiempos donde el boom de los blogs vivía ya su etapa decreciente en la Internet. Sin embargo, muchos seguían publicando. Aún habían lectores merodeando, pero más que eso, estaba la pasión por seguir haciéndolo. Pocos sobrevivieron a la aparición de otros canales de comunicación.

Le comenté que lo tomé como un gran logro personal y medicina para mi baja autoestima, ella respondió con una sonrisa y palabras de aliento. Siempre tan bondadosa. Siempre tan sonriente. Me gustaría saber si voy a encontrar a alguien que tenga tanta fe como la que tienes tú. Me gustaría saber si un día por fin iremos por picarones al Centro de Lima. Lo más irónico es que siempre estamos en algún bar del Centro y no vamos. Yo creo que sigilosamente esperamos que ese día no pase para así seguir bebiendo ron con canchita en Quilca, y que en algunos años tengamos como excusa una tarde con café y picarones en la Alameda Chabuca Granda.

Probablemente lo que hoy necesito es perderme en esta ciudad que amo y la cual detesto a veces. Caminar hacia cualquier parte o tomar mi bicicleta y solo pedalear. Cantar para los adentros. Susurrar poesía por la vereda. Estoy tratando de ayudarme a mí mismo. Estoy aprendiendo a ser un mejor hombre. Quizá hoy no necesite amor. Tal vez hoy no necesite un beso o un abrazo. Quizá debería intentar dormir una noche del mes. De una vez por todas.

Este ron sigue sabiendo mal. 

¿Por qué tanto egocentrismo? ¿Por qué no puedo quererte bien? Es posible que sea la estupidez de la juventud, o mi orgullo, o mi cobardía o mi falta de compromiso. Qué carajos será. Hiciste bien en irte de Lima. Un día ya no supe de ti. Te busqué y llegué a enterarme que estudiabas en Barcelona. Que empezaste a escribir de tus terapias. Me alegró saber que estabas mejor. Bailando en la escuela, otra vez. Concluí que realmente no debía buscarte más. 

Hoy es un buen día para sentirse derrumbado.

He llegado a concluir que necesito una mujer que me ignore durante la cena. Que le caiga un poco mal. Que me hable de otros hombres durante la noche. Que me quite las ganas de ser feliz. Que me abra heridas, que me deje moribundo, sin reparación, solo. Una mujer que no me extrañe tanto como tú. Pero será acaso la estupidez. Qué carajos será. Llegamos a desear que acabe el año como si el fin de un período significara el fin de nuestros problemas. Llega enero y sigues igual de jodido.

Los objetivos, las metas, los sueños son los únicos que te mantienen firme ante cualquier tormenta. Tienes el control del barco. Todo está bien. Espero que sigas escribiendo desde España. Tienes a un fiel lector al otro lado del mundo. Por esta parte, quedan algunos asuntos pendientes que poco a poco van encontrando soluciones. Como dicen, tiempo al tiempo. Creo que al final eso es todo lo que necesito. Tiempo.

No quiero oírte esta noche cantar afuera de la habitación. Toma tu guitarra y vete de aquí. Se acabaron las audiciones. Tus canciones me aburrieron. Las mismas letras. La redundancia y falta de originalidad, como sello de tu autoría. Ahora las noches duran más y tengo tiempo para escribir y oír los álbumes de mi abuelo. Me doy la licencia de levitar y pues, al final del viaje, termino de pie. Cabe resaltar algo, que de tanto huir, he fortalecido las piernas. Ahora soy más rápido.

El ron ensució la alfombra y se tuvo que comprar otra. He detestado tomar el Metropolitano a las 8:34 a.m. y no ver tus anteojos rojos.
Kiara ha perdido los lentes. No contesta llamadas y solo se dedica a fumar.
Me multipliqué. Plasmé muchas versiones de mí y olvidé como yo era en la vida real. Modifiqué mi vida para acoplarla a la tuya y como es normal, cuando algo no es para ti, tiende a repelerse. Iniciaste el terremoto pero fui yo la encargada de las réplicas. Intenté ganarte de todos los modos posibles y, al final, terminé perdiendo más de lo que tenía al principio.
"Entra perrito, ¿quién te hizo tanto daño? No importa, te vas a curar". 
Me sorprendiste. Eras mejor de lo que imaginaba. Un día te vi entrar a la biblioteca y supe que eras mi karma. La cruz que iba a cargar por un mal tiempo. El tipo con camisa y bien peinado con pinta de poeta de jirón. El delegado chinchoso de la clase. Cualquier persona que te mirase en ese preciso momento, como te miré yo, hubiese pensado lo mismo: parece un buen chico. Como diría mi abuela: "A la cola el lobo no se le oculta por más lana que se pegue". 
Me enviaste un álbum de Frank Zappa y lo oí casi todo el sábado sentada frente a la computadora. Me agradó que me llamaras para preguntarme por el libro que viste en mi bolso. Salimos a tomar un café y, en toda la noche, me dediqué a mirarte. Te miré con mucha atención. Concluí que la mujer que estuvo contigo debió ser una completa señorita, de las que se extinguen por estos días. Encantadora, linda, regia, femenina, inteligente. Quizá la historia es que te rompió el corazón y por eso te convertiste en un hombre desconfiado y solitario. Lo hizo, por eso, quizá, estoy frente a ti. Por eso pides otra cerveza y prendes otro cigarrillo. Ahora lo sé, llegué en un mal momento. 
"¿Por qué rompiste todo? Confié en ti. ¡Perro malo! ¡Vete de aquí!". 
Aún quedaban restos de un incendio devastador. Todavía quedaba un olor a nostalgia. No tienes la culpa. Ni yo tampoco. Nadie es culpable. Nadie puede hacerse responsable de que no seas el tipo de nadie, de que no encajes, de que no tengas la medida de alguien. Nadie es responsable de todo eso. Te abrí las puertas y te sentaste al pie de la cama, pero nunca fuiste perro de una sola alfombra. Y un día te vi partir por la avenida. Supe que realmente, nunca, te sentiste como en casa. 
No lo vi en ese momento. No soy pieza de tu rompecabezas. Es mejor no forzar nada. Se puede romper todo. ¿Acaso no sucedió eso? Mi terquedad me ganó. La idealización de"el amor todo lo puede" me jugó en contra. Puse mis esperanzas en un hombre que había perdido las propias. Aposté por el perdedor y me quedé en quiebra. 
Se esfumaron las llamadas de noche. Olvidaste preguntarme si llegué bien a casa. Ya no pasaste por mí a la biblioteca. Tu egocentrismo pudo más. El señor de la 73 se cansó de verme llorar, así como mi jefa, Almendra y Totó. Concluí que al final, merezco alguien mejor, que nunca podré contigo y con tu hoja de vida; porque aún no empiezas a escribir de nuevo y yo ya voy por la mitad de una nueva libreta. Hoy te quito la licencia para lastimarme y retomo el volante. Yo conduzco desde ahora.
"Nunca mío".

La canción:



Y me cautivó tu quechua,
tu fragancia a cordillera,
tu sabor a campo,
tus manos de algodón,
tus curvas de ande.

Y me cautivaron.

Me rendí en tu brazo derecho,
mientras tu pollera me acariciaba el alma.
Tu cariño con trenzas me salvó de la tormenta.
En tu voz recorrí costa, sierra y selva.

Y fui tuyo.

Entre arpas y cenizas,
al pie del Lauricocha.


Bajada de Armendáriz. 2:03 a.m.

"¿En qué mierda estás pensando?"

Me hallo en el suelo. Repaso el día. Cada suceso. Han sido inútiles los intentos por terminar el día bien. Hoy me he rodeado de gente muy optimista y he descubierto que no los soporto. ¿Cómo es que están tan contentos siempre? Me siento un poco hijo de puta por detestarlos, confieso.

¿Por qué te desapareces? Los miro. Sonrío con algo de sarcasmo. Para evitar preguntas como esa. A veces no lo digo. Callo. Debería mirar fijamente a esas personas y decirles con caballerosidad que vivo desconectándome de todo y que me da hueva explicarles el por qué. Últimamente me desconecto con más frecuencia y he llegado a apreciar más la luz de mi lámpara.

Los más extremistas piensan que algún tipo de droga me consume. En parte sí, me inyecto unos cuantos libros a la semana; fumo un porro de cine; y aspiro algunas líneas de meditación. Camila dice que es la edad. Su cartas desde Baires siguen haciendo bien. ¿Existe algún síndrome de los 25? ¿Los de esta edad padecen comúnmente de estos alifafes? ¿Distancia de todo y todos? ¿Alpinchismo? ¿Soledad? Ni idea, pero tengo una lista larga de libros esperando ser leídos.

Me he vuelto un lector de PDF. Un lector digital. Y le doy la razón a todo aquel que piense que leer en físico es mejor. Totalmente cierto. Pero por ahora elijo el formato digital por el factor de inmediatez al conseguir el material que deseo leer. Las bibliotecas digitales con contenido gratuito para estudiantes en la actualidad están facilitando increíblemente el desarrollo académico en cada carrera. Las herramientas están ahí, solo hay que tomarlas.

A veces me siento un hijo de puta cuando digo que no quiero verte. Que hoy solo quiero destapar un vino y ver un poco de cine italiano en absoluta soledad. ¿Podrás entenderlo algún día? Como ahora. Que se oye al fondo la voz del gran Lavoe, cantando una de las canciones más bellas de uno de los mejores discos: 'Tus ojos' de 'La Voz'. Álbum debut como solista del rey de la puntualidad. Son vitales estas dosis de música, letras y paz; al mes, a la semana, al día.

Me desconecto desde los 13. Desde que descubrí lo que podía hacer con un poco de silencio, unas facturas con el reverso en blanco y lapicero tinta negra. Luego llegó un walkman Sony de mi padre como acompañante. Grababa algunas canciones punk, unos boleros y un poco de trova. A veces grababa salsa o electrónica. Me animaban el regreso a casa. Las oía y oía hasta que me aburrían o me aprendía la letra. Luego volvía a grabar otras y así por meses. Los reproductores MP3 te daban la posibilidad de almacenar todo tu camión musical en un solo lugar. Poseer uno con solo 16 gigas de música te hacía sentir que eras la fiesta entera andante. Eran increíbles. Perdí tantos.

Luego, muchos, empezaron a escribir frente a un ordenador. Se hicieron escritores digitales. Pocos no migraron. Los de la generación pasada, creo, siguen aún con el hábito en papel. Al final, te das cuenta, que no importa mucho donde lo hagas, el asunto, es que lo hagas. Que practiques. Que lo hagas en diferentes horas del día. En los lugares menos pensados. Esa idea. Esa reflexión. Ese pequeño haz de la trama de un cuento o relato. Hay que ponerlo al frente.

En la actualidad, el vicio sigue. La adicción no se cura. Disfruto de este trastorno. Agradezco a los que siguen en la actualidad respondiendo los mensajes y compartiendo buenos momentos. Siempre agradecido por su paciencia y por, a pesar de todo, seguir leyendo este libro. Entendieron que todos tenemos días en los que es bueno ser un poco hijo de puta.

Gracias por este poema, Consuelo, que no tiene título, pero el cual me agrada declamar cada vez que tengo una oportunidad. Un abrazo hasta donde estés, querida.

Quédate con tus compromisos.
Los anillos.
Las cartas
y las promesas.

Yo no me llevo nada.
Te lo obsequio todo.
Hasta los poemas
que todavía no te escribo.
Hasta las mentadas de madre,
a tu cuerpo de leche.
A tus cabellos negros,
a tus ojos de gata,
a todas las canciones de Sabina,
a la gramática y la sintaxis,
a toda esa complejidad.
A los carajos,
y las correcciones
de texto,
de cuerpo,
y de ideas
que me dejaste de tarea.

Llévatelo todo,
que en mi maleta
ya no entran.

A mi me basta
con mi libertad
y un par de hojitas
de coca,
para ir chacchando
en la vida.


Poema: Consuelo Solis R.


Lince. 1:46 p.m.

Soy la tormenta acercándose a ti,
la voz que no te deja dormir,
tu película de terror favorita,
acontecimiento para olvidar,
vicio diario, bolero de bar.

Soy tu sed
y el agua que la calma,
virus en tu sangre,
droga para tu cerebro,
perro que no aprendió a ladrar.

Tu deseo ilícito,
la brujería que salió mal,
el chaleco antibalas,
velorio y sepelio,
lluvia de sal.

Me acerco a tu garganta
con todas mis maldiciones
armado de versos desquiciados,
porque si invocas al diablo
puede que te despierte por las noches.

Ha salido un poco de sol. Son las 4:58 p.m.
esto lo escribo en directo. mientras viajo hacia casa. he decidido escribirte sin preocuparme en lo que dirás después. solo escribirte. como siempre. 
hoy es tu cumpleaños. había planeado hace un año lo que haría hoy, y hoy, ya no estás. solo tengo esto al final de toda la historia. una libreta, mi ron de toda la vida y los cigarrillos que siempre odiaste. da igual. aprendí a sobrevivir, pero sobretodo, aprendí a salvarme solo.
tengo una canción sonando en la cabeza. una canción que me recuerda a ti. me recuerda cada cajetilla. cada caminata. cada canción. cada beso. cada mirada tuya. ¿dónde se apaga? ¿dónde me desconecto? aún sigo teniendo tantas preguntas. espero algún día responderlas todas.
te he escrito tanto que hoy solo quiero desearte muchos años más. que espero puedas encontrar esa paz que tanto buscas. yo tampoco la encuentro aún. las madrugadas siguen siendo una pesadilla. ojalá habite aún por tu cuarto aquella chica de cabello alocado y mirada rebelde que conocí. gracias por todo lo que diste para que hoy este tipo pueda viajar por la ruta correcta.
no hay rencores.
te amo, siempre.




Óvalo Bolognesi. 11:03 p.m.
un día empecé a escribirte con el hígado. para destruirte y para destruirme un poco. para levantarme por las mañanas, maldecirte algunas horas y posteriormente seguir con el día. un jueves empecé a hacerte preguntas sabiendo que las respuestas tardarían algunos años. un lunes bebí con boleros imaginando que era un viernes. fue una resaca larga. 
un martes escribí frente a tu edificio, esperando el taxi a casa. un jueves manejé desde barranco hasta bellavista, y sobreviví, incluso con bajas en el camino. un sábado y un domingo tomé café en mismo lugar donde te vi por última vez. fue sublime y a la vez triste. un miércoles viajé con mi pipa por los mundos del pirata roberts y fui el rey del mundo.
escribo para no congelarme y este invierno que aprieta los huesos. aún hay oxígeno para continuar. quiero irme a casa a tomar un baño con agua caliente. seguir destruyéndote. haciéndote polvo. desapareciéndote de todos los rincones y esperar al día siguiente.
A Ricardo

nunca me gustaron los cementerios. mucho silencio. muchos recuerdos. aprendí a persignarme aquí. mirando a otros. me sentía mal cuando no lo hacía. me sentaba horas y ponía un vaso encima de tu tumba e imaginaba que bebíamos como los viernes frente al estadio.

cuando te fuiste venía todos los domingos. luego de escaparme de la iglesia de mis padres. decía que iba a pelotear o que iba a hacer algún trabajo del colegio. tomaba la panamericana y llegaba al 'campo fe'. empecé a escribir muchas cartas imaginando que me las corregirías al día siguiente. todas están guardadas. algún día espero publicarlas.

hoy, luego de años, he venido a visitarte. siempre que me he sentado frente a ti ha sido inevitable no llorar. no recordar momentos a tu lado. peloteando frente a matute. bebiendo en quilca. molestando a doña rosa en temporada de carnavales. yendo a comer turrones hasta hostigarnos o a comprar vinilos. caminando rumbo al estadio. saltando en sur. alentando en sur. llorando en sur.

dicen que tengo futuro como escritor. ¿tú crees? extraño cuando me decías. “algún día vas a publicar una novela o algo parecido y te van a conocer, solo tienes que creértelo carajo”. tengo días en los cuales no puedo dormir. ya no me drogo. tampoco bebo como antes. hay noches que tengo miedo pero no sé a qué. me levanto intranquilo. salgo a correr y luego intento otra vez dormir. siento que hay algo que aún no dejo ir. quizá seas tú.

¿sabes algo de pamela? ¿está contigo? no la he visto desde hace años, para ser más exactos, desde el día que te despedimos. extraño su sonrisa, su arroz con pollo, sus vestidos, su olor a canela. aún recuerdo lo último que me dijo: “sé un buen chico y cuídate mucho”. me abrazó fuerte, como si nunca más me volvería a ver, y se fue. tal vez también iba a darle un giro a su vida.

a veces siento que todo a mi alrededor me asfixia o me aburre. a veces también quiero irme lejos. acercarme posiblemente un poco a ti. para sentirme menos solo y menos triste. no sabes cuantas falta me haces, papu. guárdame un lugar. algún día iré por allá. espero que me recibas como siempre me recibías en tu casa, como un hijo, como uno más de tu familia.

te extraña y te quiere mucho.
dan.

“A veces lo único que necesitas para iniciar un cambio, es un corazón hecho pedazos”
Maia

El poema: 

La vida te sorprende de mil maneras diferentes,
algunas desagradables,
poco tolerables,
casi intragables,
y otras, muy raras veces,
llegan con el sonido del timbre
y una cara nueva con un regalo extraño,
y te encuentras llena de pelos y lamidas y lloriqueos.
Un perro, ni cachorro ni viejo,
algo así como adecuado,
algo así como justo a tiempo,
algo así como te obligó a quererlo y lo odiaste mucho por eso.
Un poquito al menos.

Fueron meses
de re-aprender a convivir alguien,
de hacer un espacio en tu cama,
de tolerar que se acostara a tu lado
y terminara en tus pies,
de acostumbrarte a que le ladre a todo aquel
que osara siquiera acercarse a ti,
de que a Padre le gustara y no le gustara-
un juicio tan propio de él-
de jugar, de conversar, de compartir…
de no creer que eran necesarias sogas o correas,
pues no se apartaba de tu lado.
Hasta
aquel
día
en
que
se perdió.

Levantarte
y no encontrarlo
No saber si él
No saber si tú…
Y buscarlo y buscarlo y buscarlo.
En vano.

Prometiste no llorar,
era solo un perro.
Puedes tener otro, muchos,
todo los que quieras.
¿Por qué tu cama está inundada?
¿Quién instaló un lago en tu habitación?
¿Pretendes apagar un incendio?

Luego de que la temporada de lluvias acabara en tu rostro,
un aroma familiar
una sombra en tu puerta
¿Cómocuándoporquédóndestuvistemalditasea?
No importa,
no importa,
no importa ya,
estás aquí, estoy aquí.

Algo era diferente,
culpemos a la paranoia,
es más fácil cree que estás loca.
Todo está bien, todo perfecto.
Te sientas en la grada de la puerta mientras le ves pasear.
Y
entonces
comprendes.
No se perdió, se fue,
como ahora se ha ido, de nuevo.

Pero no duele esta vez, así que está bien.
Sabes que siempre le guardarás su plato,
para cuando regrese por comida
o agua
o cariño
o compañía momentánea
o -te queda la esperanza- a quedarse.

Un día, caminando sin rumbo, le ves a lo lejos
la curiosidad puede más, siempre pudo,
te acercas, necesitas saber que es él.
Y esta vez sí duele,
porque no estabas preparada
para verlo feliz,
para verlo jugar con alguien más,
para dejarlo romperte el corazón.

Te mueve la cola y sonríes,
te vas con la idea de que al menos no te ha olvidado.
Y ahora piensas en lo ridículo que es que él te recuerde a ese perro,
ese perro que nunca fue tuyo realmente.

Alicia Durand

 La carta:
Sé que no quieres leerme, por ahora, creo, y que probablemente este texto lo leas en algún tiempo pero igual quiero enviártelo porque deseo cumplir lo acordado, conmigo y con Sandra. 
Llegó el día, irónicamente, que terminaron las terapias. Irónicamente porque pensé que nunca iban a terminar luego de tantas idas de caras. Pero terminaron. Sandra dijo: "Ve, Dan, ya te diste cuenta de lo que debes hacer". Acentué. Nos abrazamos como si no nos volveríamos a ver. Me regaló un libro y me fui a la cafetería de Luis a escribir. 
No empezaré a contarte las cosas que han pasado estos meses, porque quizá las intuyes o las sabes, o no, o llanamente no son de tu interés. Este texto no es una despedida, no son líneas de reproches, ni una invitación a vernos, este texto es para dar las gracias por lo que me diste así quizá digas que no me diste nada.
Porque (lastimosamente) luego de todo lo sucedido, me he podido dar cuenta de lo que debo hacer para convertirme en el hombre que siempre quise ser y dejar de ser el hombre que construyó mi pasado. Gracias por todo lo que hiciste por este tonto profesional con un corazón resarcido y que, a pesar de todas mis limitaciones, todavía tiene esperanzas.
Posiblemente siga moqueando cada vez que oiga Real Friends o Radiohead, o cuando vea algunas fotos tuyas. Tal vez digas: "Pero elimínalas". Por ahora prefiero conservarlas, así me digas emo, yo tengo mis razones. Te extraño mucho, Kiara. Disculpa mi cursilería de jirón. No sabes cuantas ganas tengo de darte un abrazo o simplemente de verte, al menos de cruzarme contigo por alguna avenida o en el bus; de oír tu voz o de verte tomando tu té verde por las mañanas. Pero bueno, sé que también tienes tus justificadas razones.
“Y decirte que todo está igual,  la ciudad, los amigos y el mar. esperando por ti,
esperando por ti."
Besos. Dan.
La canción:


Por si lees esto, Alicia, un beso a la distancia.

hace tiempo que quería escribir esto, pero las últimas semanas han transcurrido llenas de reuniones y talleres y cursos, que me han dejado sin tiempo para sentarme y escribir de lleno. en realidad, esto lo redacté dos semanas luego de que kiara se fuera del departamento. lo escribí en borrador y he decidido terminarlo hoy, 8 de marzo, el mismo día que me propuso ser su novio hace un año.

las veces que me han preguntado: ¿cómo es kiara? siempre me he sentido en una encrucijada, porque hace más de un año que conozco a esa mujer y solo puedo responder: "es asombrosa". y no pasa porque la haya llegado a conocer poco u otro asunto equis, sino porque kiara es tan multi-todo, sin embargo, kiara no es ninguna de las palabras con las cuales la he descrito todo este tiempo. ¿entonces, por qué deberías de casarte con ella?, empezaremos con algo sencillo. voy a crear un perfil general de kiara, tras la experiencia de haber compartido más de 412 días con ella.

kiara, para mi, siempre fue y será una chica de los 70s'. te enamorarás de ella fácilmente, a mi me tomó un día. viste bien. viste como se le plazca, como se sienta cómoda y no le importa lo que digan los demás. un día la puedes ver con un vestido floreado a lo minnie riperton y al otro con una casaca a lo joey ramone. la noche que la conocí no pude dejar de pensar en ella, ni dejar de escribir sobre ella, es posible que también tengas esos efectos.

kiara siempre fue ordenada en nuestro hogar. camisas, ahí, pantalones aquí, polos allá. lo mejor del día era empezar con kiara asomándose por la habitación con un té caliente. siempre te sorprenderá, no tengas duda de eso. es habilidosa. sencilla. amorosa. es de las mujeres a la cual le darías cualquier receta y la haría.

le encanta leer. le gusta su profesión. oye de todo un poco, pero le gusta más el indie, y baila como no tienes idea. la primera vez que la vi bailar solamente quería sentarme y verla girar en la pista. es increíble lo sensual que puede ser solamente soltándose el cabello. le gustan los postres, así que si un día te apareces trayendo alguno, serás recompensado.

es el tipo de mujer que puede hacerte girar en un minuto y frenar al llegar el segundo minuto. no es la mujer que duerme abrazada a ti pero si la que se levanta y te apachurra como un osito de peluche. vas a ahorrar en el peluquero, pues kiara también tiene conocimientos de peluquería. hay días que extraño sus perfectos dedos tras mis orejas mientras me afeitaba la cabeza.

kiara te hará reír más que tu serie de comedia de la semana. te hará transpirar más que una hora de cardio. te inyectará dosis perfectas de buen vivir y te calmará más que una sesión de yoga. al finalizar el día, solamente vas a desear quedarte en su regazo, admirándola. sin duda alguna, sería una increíble madre.

y para terminar, es guapa. kiara tiene un cuerpo cautivador. unas manos delicadas pero que transmiten fuerza y paz. unos ojos de gato encantadores y unos labios trazados perfectamente. en su pecho siempre habita un cariño chispeante. kiara cuadra muy bien en la frase: "nunca conoceré a alguien como tú". te darás cuenta al instante que todos estos atributos que detallo son totalmente ciertos.

hace un año, exactamente, tenía todo planeado. tenía el día, el lugar, la cena preparada y la noche más "romántica" para pedirle que sea mi novia. kiara me sorprendió con una llamada dos días antes. era la primera vez que una mujer invertía los papeles en un caso así. la cena se celebró igual, pero esta vez como pareja. cuando le conté a mi psicóloga lo sucedido, solo se rió y dijo: "pues listo, te ha ahorrado los nervios hombre". irónicamente, kiara siempre me alteró estupendamente mi sistema nervioso.

para tu suerte, querido lector, kiara no volverá, pero es probable que la encuentres tú y puedas iniciar tu propia historia con ella. es viable que algún día la halles en alguna parte de esta ciudad y con el tiempo llegues a pensar las mismas cosas que yo he escrito en este publicación. así que si tú tienes esa oportunidad, cásate con kiara. cásate con mi ex.

A Consuelo

en los meses de algún verano que estuve viviendo en cartavio, luego que mi madre se cansara de verme en casa holgazaneando antes de las clases, conocí una plaza hermosa frente a la casa en donde vivía con mis abuelos. era una plaza mediana con árboles enormes y bancas de cemento que siempre al mediodía quemaban. una imagen de la virgen de la puerta en el centro de la plaza, patrona de la ciudad, acompañada habitualmente de flores que doña dina cambiaba interdiario. eran días divertidos, de hueveo, pichangas y jodas a los vecinos.

desde los viernes hasta los domingos la plaza se llenaba de cartavinos, en su mayoría personas de edad, que se juntaban a comentar las noticias de la semana, algún chisme del barrio o suceso que pasó en la ciudad o en la fábrica de azúcar. la mayoría, acompañado de sus perros. por lo general eran schnauzer o labradores, pero afuera de la plaza estaban ellos. los callejeros. los perros del pueblo. los que rompían bolsas y olfateaban en los tachos municipales. esos que mendigaban afuera de los bares o restaurantes un poco de comida. los mismos que se hacían tu amigo si tenías algo comestible en las manos.

me agradaba la plaza cuando todos se iban y solo quedaban ellos. la abuela me mandaba a comprar algunas cosas al mercado y al pasar por la plaza siempre me seguía uno. le decían lucho. era mi escolta en el recorrido de ida y vuelta, y siempre conseguía que le diera una o dos tostadas del lonche de la abuela, a la cual mentía diciéndole que me comí un par en el camino. lucho se volvió mi pata, siempre rondaba afuera de la casa de la abuela, esperando algún hueso o alguna porción de arroz del día. a veces me acompañaba a las pichangas y esperaba atrás del arco y corría detrás de la pelota cuando esta se iba. menos mal nunca nos reventó una. ¡lucho, lucho, luchiiiito! y aparecía con la cola loca y la lengua afuera, poniendo sus patas en mi pantalón y ladrando contento. lucho nunca se olvidaba de visitar la plaza a pesar de siempre estar por la casa de la abuela. era un perro organizado y recordaba a su mancha perruna que siempre la esperaba por las tardes. lo veía volver ya en la noche y se tiraba a mis pies mientras escribía en la libreta. ¿ha sido un buen día, eh lucho? parecía acentuar con el hocico lleno de pan mojado.

los fines de semana venía panchito. era un can audaz. patas cortas y orejas largas. le gustaba olfatear a los borrachos de las bancas, y si tenían el emoliente o el pan recién comprados, se los llevaba corriendo hasta una esquina. desde ahí miraba si se levantaba la víctima o no. luego, con descaro total, se ponía al lado del borracho y le hacía cariño en las manos. era la culpabilidad del robo matutino. si veías a un borracho y tenía un perro a su lado, ese era panchito. al parecer le gustaba el olor de ron con pepsi o cerveza. un día vi a panchito a mi lado mientras estaba sentado en una banca de la plaza, lamiendo un líquido de una botella en mis manos. al rato puso su cara en mis piernas y empezó a ladrar desafinado. fue una resaca canina compartida.

algunos días veía a un par inseparable, les puse chirigoto y chirigote, dos perros con rasgos de labrador, siempre con algo de barro en las patas. eran medios devotos de la virgen de la puerta. siempre se ponían al lado de la efigie en el centro de la plaza, y no se movían hasta alguna señal de comida a los alrededores. se llevaban bien con los demás perros y le hacían la guardia a doña dina cuando cambiaba las flores. sorpresivamente, les caía comida. como de milagro.

habitaba también por los alrededores, el chato, llegaba en la tarde, a tomarse una siesta bajo el sol. era el engreído de las doñas del mercado que tenían sus puestos de menús. ponía su cara de perro bueno y se convertía en el amo de las sobras. tenía un temperamento de aquellos. no se llevaba bien con lucho, ni con don panchito, porque se unían para quitarle la comida de las doñas. un día el chato se achoró y les hizo frente. hubo tremendo escándalo en el mercado que a la semana pusieron un cartel que prohibía el ingreso de perros al mercado. toda la mancha canina anduvo rondando por ahí, lamentándose por la nueva norma. no volví a ver al chato otra vez por la plaza.

llegaba febrero y con ellos los carnavales. era habitual ver perros mojados andando por ahí. sacudiéndose en los jardines. jugando con los niños del pueblo. ladrando a los heladeros. desparramados en alguna vereda entregados al atardecer y al olor de la caña de azúcar. yo me sumaba a la vagancia de verano y luchito también. tirados en la alameda comiendo chupetes y leyendo a turguénev. desde lima llamaban: ya es hora de volver, dante. la capital significaba en ese momento: aburrimiento, útiles escolares y una casa sin perros (y es que a doña marucha no le agradaban los pelos), es decir, regresar a lima, era mi ascenso al calvario.

el día que regresé, mientras esperaba en el bus, vi a mis abuelos despidiéndome en el terminal y al lado, a mis queridos amigos luchito y panchito, con unas caras que decían: baja, dan, vamos a pelotear con los del otro barrio, esta vez les ganaremos, apura. les hacía adiós con las manos a los abuelos y a la comitiva perruna que me despedía. ellos corrían tras el bus ladrando fuerte y aullando. yo quería bajarme y quedarme con ellos, todo el verano, todo el invierno, todo el año. comiendo cremoladas y escribiendo, tirado al sol, como un perro en la plaza.

 Camila, desde lejos. Gracias por seguir compartiendo.
a veces tengo pensamientos extraños cuando me levanto. trato de sacarlos de mi cabeza para no sentirme una hija de puta. hay días que me levanto a las 3am o a las 4am o simplemente duermo a las 5am y a las 8am tengo que ir a trabajar. me paso el día zombie, escuchando canciones que me despierten. escribiendo en hojas en blanco para desbloquearme y así extrañar menos mi cama y a mi gato.
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quisiera que vayamos a la cafetería de ese viernes en miraflores y hablar tontería y media o joder a las personas que pasan por ahí. mira tú, un año más y seguimos enviándonos correos como viejos. como dos tipos que no conocen el whatsapp o el facebook, sin embargo, esto se ha vuelto una tradición amical. una costumbre casi romántica. una manía uraña. una forma de catarsis a la distancia. porque sé que responderás, así pasen semanas, sé que responderás. 
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hace poco estuve comprando libros, me llevé a casa uno de zizek: 'viviendo en el final de los tiempos', creo que te gustaría, es un poco de capitalismo, crisis ecológica mundial y revolución biogenética. creo que zizek la lanza rico, porque se mete unas voladas interesantes, por algo es el filósofo más peligroso de occidente. voy a conseguirlo en pdf y te lo enviaré como regalo de verano. 
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a veces extraño mi casa, es irónico que ahora vivas a unos cinco minutos de ahí. sé que eres feliz viviendo en ese departamento. siempre quisiste vivir cerca al mar y ahora estás a unos pasos, codeándote con artistas y escritores. hace unos días leí por ahí: "y es que en lima no puedes ser escritor y no vivir en barranco". imagínate, ahora vives en barranco, te falta publicar tu novela o publicar todos esos relatos que me mandas adjuntos y que son muy buenos y no sé por qué no los publicas. creo que te falta confiar más en lo que produces. en lo que escribes. en ti. 
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sobre pato, tenías razón, es un mentiroso. descubrí que las cartas que me enviaba, se las enviaba a otras minas. debí hacerte caso. tienes un detector para hijos de puta increíble. ¿cómo te va con eso? ¿suena a cada rato en tu cabeza? es broma. sé que andas volviendo al buen camino. sé también que la extrañas. si kiara, algún día vuelve, ya sabes lo que tienes que hacer. menos palabras, más acciones, querido. como te dice sandra: todo está en tu cabeza, dante, todo está en tu cabeza.

Mírate al espejo
mírate en lo que te has convertido
ebrio irracional
mírate atentamente
mira tus rasgos
todas tus cicatrices
nadie va a venir a salvarte
esta vez estás completamente solo
tú mismo tendrás que escalar
ninguna persona mostrará compasión
¿qué carajos vas a hacer?


¿estás oyendo esa canción?
¿la oyes en tu cerebro verdad?
te inunda la cabeza
te despedaza
ya se acabó el ron con pepsi
¿qué vas a hacer?
¿quieres salir a correr?
quieres morir
eso quieres ¿no?
demasiadas líneas en tu cabeza
agrega cuadros
y jódete todas las neuronas
¿vas a hacerlo por mi?


siente el sabor al sal
las piedras que caen encima tuyo
el charco de sangre
demasiada basura
a tu alrededor
empieza a llenar
tus bolsillos
de paciencia
no aprendes aún a esperar
recuéstate y recárgate
¿quieres?
no hay otra invitación rondando
así que no tienes otra opción
hazlo por ti.


la mano que tiembla
luego de asesinar
el desierto en la garganta
no es momento para despertar
la resaca sabe a sal

pierdo el asco
no me hables del día
apaga la televisión
no oigas la radio
desconecta todo

estoy a punto de una explosión
demasiada tiza en la cabeza
la nariz me va a sangrar
recordé que estuve rodando
hay una casaca tirada en jirón camaná

la bestia se ha hinchado
los ojos andan queriendo bailar
ibuprofeno con ron para la migraña
pan con pollo y emoliente para resucitar
luego agua, mucha agua

y si no hay
la opción es buscar mar
ya no se va a trabajar
el descenso es obligatorio
hay que lanzarse y aparecer en china.