"Hay que irse un rato a la mierda, luego volver y sentarse a comer un chaufa."

Este año oí a Lola decir que el viajar no es para huir de los problemas, que de esa manera llevas más carga en tus maletas aparte de las zapatillas y la ropa de baño. Antes de llegar a nuestro destino me dice al oído: "Aviéntalo todo desde aquí". Miro por la ventana del avión, abajo nos espera el desierto norteño, listo para incinerar nuestros pecados. Hemos venido a estrellarnos contra las olas. Dejar en la corriente del océano nuestro mal karma y seguir adelante.

Llegamos a nuestro hospedaje a las 2 p.m. de un martes y a pesar que las nubes ocultan el sol por minutos decidimos zambullirnos un rato. El mar está al frente, a unos pasos, menudo privilegio para nosotros. Una playa sin gente, solo con perros guardianes saltando en la orilla. Nos quedamos una hora. En Lima hay un invierno jodido y somos seres de arena y cerveza helada. Esto es un desquite.

L trabaja en una aerolínea y consiguió boletos para ambos a un buen precio, le sacamos el jugo, hasta los impuestos. "¡Lola, ya es medianoche, tu cumple'!" Su celular empieza a vibrar durante unos minutos. No quiere responder. Finalmente termina apagándolo. Nos quedamos recostados en la hamaca mirando la fogata apagarse poco a poco. Le pregunto qué quiere hacer hoy, en su día. Me responde que quiere estar en la piscina hasta el mediodía, almorzar mariscos y luego ir a la playa.

- Lola, te tengo un regalo.
- Quedamos en que nada de regalos.
- Pero quiero hacerte uno, no es la gran cosa.
- ¿Qué es?

Le entrego una pequeña libreta. Tamaño bolsillo. Está envuelta en papel de tienda, algo informal. A Lola le gusta ese tipo de cosas. Un día me regaló una corbata envuelta en papel periódico. No era tacaña, odiaba las formalidades o parecer cursi. "No creo en el romance", repetía. Hace tiempo tenía una. En un viaje a España la olvidó en el baño de su avión y no quiso volver a comprarse otra. En la extraviada libreta había escrito muchas cosas íntimas que temía fueran leídas por personas imprudentes. "Espero la hayan botado en un tacho de Madrid".

- No sé si quiera o pueda volver a escribir.
- No es para que escribas es para que dibujes.
- Caramba, ¿cómo sabes que me gusta dibujar?
- Tu departamento de Chorrillos te delató.

A L no le gustaba dibujar, le apasionaba, era una niña de jardín cuando se ponía a pintar. Antes de que empiece a trabajar en la aerolínea su departamento estaba lleno de sus dibujos en las paredes. Seres amorfos, perros con cabeza de caballo, girasoles con tronco de jirafa. Lo que le cantaba la imaginación, lo dibujaba y coloreaba. "Antes de tu próximo vuelo dibuja algo, cualquier cosa, algo random".

Lola cumple 31. Son las 4:00 a.m. y adormecida por el pisco se desparrama en la arena. Suelta la copa que tiene en las manos, toma la libreta y dibuja una niña de espaldas, la hunde en la playa y pareciera que la pequeña corre hacia el mar. "Así quisiera estar siempre D, de espaldas al mundo, corriendo hacia las olas, sin subirme nunca más a un avión". La abrazo y nos quedamos viendo el amanecer. "¿Esto no es cursi Lola?". Se ríe, me da un beso y suspira: "¿Vas a dejar de joderme en mi cumple' o qué?".