Maia toma el control:

me gusta recostarme sobre el pasto y escribir antes de ir a la oficina. beber un café aunque sé que no debería sin embargo igual tomármelo con la sensación de que alegrará mi mañana. hay perros paseando por el parque, todos son bonitos y gordos, como los que tiran de sus correas. no hay problemas con ellos mientras no se acerquen a mi taza de café.

la mudanza del sábado estuvo bien. dante me ayudó con algunas cosas. brindamos, firmamos el contrato de compañeros, mismos sheldon y leonard, y ahora oficialmente vivo con mi mejor amigo. en la tarde vino belinda y le presenté mi nueva habitación, le agradó el toque personal que le había dado. se quedó maravillada del orden del departamento y aprovechamos que dante se había ido a correr para darnos cariño y así completar un buen día de mudanza. en la noche fuimos al cine y cenamos hamburguesas.

llego tarde al departamento. encuentro a dante mirando un película. creo que se ha enamorado de judy garland, la niña de el mago de oz. la mira con ternura, como si quisiera que estuviera a su lado. me dice: “hoy es el día cero flaca”. lo miro con ojos de gato hambriento: “va a ser un buen tiempo , vamos a pasarla bien”, y le doy un lapo en la frente. se ríe y me dice: “sé lo que hiciste cuando me fui vieja verde”. muestro un gesto cómplice: “sé también que no te fuiste a correr pillo, entre zorros no vamos modernos la cola”. reímos mientras un hombre de paja se resbala por un camino amarillo. al final eso es lo que somos. dos zorros en un cueva. sintiéndonos libres y comiendo mucha carne. uno más viejo y trillado que el otro pero al fin de cuentas, un buen y fiel zorro.

es de madrugada. dante se queda dormido en mis piernas y mientras pasan los créditos entiendo la razones de porqué dante se fue de su casa. pienso que son las mismas que las mías. saco mi celular y me pongo a escribir sobre el día que lo conocí.