Te digo algo al oído

No es una quimera tampoco es un espejismo, Angela está bailando a mi lado y yo aún sigo sin creer que viajé más de dos horas para pasar por su hogar. Ella tiene un ritmo único y yo dos pies izquierdos, ella danza, yo la describo, la veo llegar a mí, la tomo entre mis brazos. Es una noche incomparable, de vueltas al mundo y de hacer poesía.

- ¿Qué es poesía?
- Ella es la poesía, Angela es mi poesía.

La mejores cosas suscitan en un abrir y cerrar de ojos. Cerré los ojos, la besé, se hizo un silencio entre los dos, no voló ni una mosca, las cervezas se agotaron, el mundo cambió de galaxia y los semáforos no funcionaron más. Esboza una sonrisa mientras me besa, yo siento su alegría en la parábola de mi mejilla. Le beso el rostro ruborizado, ella ríe, le beso las manos y hasta los ojos, ella los abre aún más. Ojos profundos, ojos que me pasman los sentidos, que me costean el pasaje de ida y vuelta a Júpiter, ojos, sencillo, sus ojos.

La quiero en ese silencio nuestro. La gente camina, se alcoholiza, vociferan y burla entre ellos. Las paredes retumban de música extraña, sin embargo, para nosotros existe un silencio de cara a cara. Yo me hundo en su mirada, tiemblo, me voy quedando sin aliento, no importa, caigo antes sus pies de rodillas y mis lagrimas descienden sobre sus heridas, yo la quiero en ese preciso momento, quiero al amor sin medidas.

Angela sin imaginarlo me dicta el primer verso de un poema, el primera párrafo de un texto, la primera estrofa de una canción, ella no se imagina que mientras los ojos se cierran buscando lo eterno, ha creado una composición digna de leer en voz alta. La luna no vive, solo el cielo oscuro, solo Lima, ella y yo, no hay perros por las calles, ni mendigos, ni autos, ni un Palacio de Gobierno, olvido el nombre de las avenidas, de la dirección de mi hogar, no recuerdo que tengo finales la semana que viene y que estamos en diciembre; en mi mapa, solo está ella. Lo afirmo a carta cabal.

Todos se van, toman sus sacos y carteras, recogen sus cuerpos y espíritus. Angela toma mi mano y huimos. En el camino puede pasar todo, caerse un poste, abrirse la carretera y romperse las cañerías, pero nada puede usurpar lo que es, lo que le susurro al oído con reverencia divina mientras nos despedimos.

- Angela, eres la chica más bonita del mundo.


0 comentarios :

Publicar un comentario