Mi crush está casada

Hace un año.

Acabo de verla en unas fotografías con la sonrisa a todo dar. Con esa sonrisa habitual cuando sellas un pacto importante. Con el vestido blanco haciéndole reverencia a los invitados. Con el cabello color intenso, es que da igual el color, la protagonista es ella. Sí, mi crush universitaria acaba de contraer matrimonio y le he notificado mi alegría tocando dos veces la pantalla. Lo peor es que nunca le dije que era mi crush, aunque viendo el desenlace, me resigno noblemente a estas líneas y a esta nostalgia con mucho cariño y respeto.

Recuerdo la primera vez que la vi. Una versión perucha de Selena Quintanilla, pero seria y con lentes de secretaria sexy. Una trenza francesa y casaca de cuero. Quijada bien levantada y siempre ocupada. Me informaron que pertenecía a esa élite académica de la universidad no apta para vagos como yo, que lo era en ese entonces. Palabrerías, dije. Al instante indagué “superficialmente” sobre ella. Su nombre es Angela, con novio, trabaja en tal lugar, es de este ciclo, es amigo de tal. Información básica necesaria para evolucionar a un stalker pavo.

Al final de todo no fue ni un pinchazo a las esperanzas. Porque realmente mis chances eran totalmente nulas. Descartado incluso antes de entrar al estadio, me resigné a escribirle cartas que nunca llegaron a ella, por obvias razones. Cartas que fueron catarsis con mi crush ausente hasta el día que, como es natural, conoces a otra persona.
“Querida crush. Solo quería decirte que tu relación me inspira. Hubiera querido empezar una relación como la tuya. De años, de planes, de promesas, sin embargo, mi vida amorosa es un desastre e intento organizarla entre el caos de los finales y mi nuevo trabajo. ¿Cómo se hace? ¿Cuál es la ecuación secreta? ¿Existen tips o consejos? A veces tantas preguntas se responden con una simple respuesta, ¿no? Intuyo que tú debes saberla.”  
“Angela, a veces quiero irme lejos, no soporto Lima, no soporto mis nervios y mi TOC, no soporto a la gente. No sé qué me pasa. He leído un post de tu blog que me ha dejado pensando. Se titula ‘La complejidad del amor’ me he quedado pensando en una frase: El amor es una decisión. Quizá esa frase pueda cambiar mi vida.”
“Crush, me gusta tu cabello. Es el mejor laberinto para pasar un fin de semana, con canciones de Henry Mancini y poemas de Bukowski. Con una pizza enorme y cervezas, para olvidar que hay cuentas a fin de mes, que la política es una mierda y que otra vez no vamos a un Mundial.”
La veía pasar y me quedaba embobado hasta de sus Converse. ¿Y si le hablo? Siempre descarté todas las ideas posibles para notificarle mi existencia. Mi crush siguió su vida y yo la mía. Terminó la universidad y hasta el día de hoy no la he vuelto a ver más que en sus archivos fotográficos digitales. Los mismos que me notificaron hace algunos días su boda. Sí, con el mismo novio de hace unos años. Genial, ¿no?

Ella bebe y sonríe en su despedida de soltera y yo sonrío con ella. Porque al igual que hace algunos años solo me queda ser un espectador y alegrarme por la felicidad de mi crush. Porque la vida es así. Porque no fuiste tú y punto. Solo quedan los buenos deseos y estas líneas. Este café y las 3:45 a.m. en el Malecón. Una hora ideal para escribir de mi crush favorita.
“Éxitos en esta nueva etapa, Angela. En el fondo espero algún día casarme como tú. No a lo Pinterest, me basta con algo sencillo, siempre lo imaginé así. Tan de ir y entregarse la vida y voltear por un chela. De un tiempo a esta parte solo me importan que las cosas sean reales. Libre de máscaras y disfraces. Brindo por tu boda, porque estás esbelta y churrísima. Por el nuevo comienzo, por tu esposo, por ti. Por mi crush casada.”

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