Una gris colorida















Me agrada más Lima en estas épocas, con sus extensas alfombras de llovizna y sus densos vapores, con aquel manto grisáceo y aquella bruma marina que la acompaña como caricia de invierno en las mañanas.

Verla como si hubiera sido pintada a lápiz y borrador en un papel húmedo causa una sensación de melancolía fría, pero a su vez un efecto de felicidad tierna al saber que el verano ha partido, que el año avanza, que Lima vuelve a ser La Gris que hemos extrañado.

Hay escenas que forman parte de estas fechas, escenas diferentes en cada rincón, en cada paradero, esquina, jirón o avenida donde nos encontremos, y componen la conocida matinal rutina limeña.

Quien no ha visto la escena del puesto de periódicos y un aglutinado grupo masculino viendo la ultimitas de la farándula nacional, más allá la escena del ágil ambulante que despacha sus habituales productos a los ciudadanos madrugadores, y sin ir tan lejos, el paradero, a veces, informal, que es una combinación de mochilas, portafolios, bolsos y carteras, todos estos con sus respectivos personajes: un escolar, el señor ejecutivo, el o la joven universitaria, la señora docente y el incansable constructor civil. En las avenidas o calles las escenas transcurren como si nos encontráramos en un cine al aire libre, cada escena con una historia que escolta amenamente el viaje hacia nuestro destino.

Son aquellas primeras horas en que la ciudad despierta, se estira, desayuna y se moviliza para empezar un nuevo día, es la hora del bostezo prolongado, del remojón en agua fría, del paso apresurado y la mano levantada parando el autobús. Son las horas en que la ciudad se levanta de puntillas y empieza a dar sus primeros pasos como lo diría Julito Ramón Ribeyro.

A pesar del color tenue que pinta a la ciudad en esta temporada, Lima sigue siendo colorida de extremo a extremo, se puede transitar de un lado a otro de la ciudad y toparse con paisajes citadinos, múltiples miniculturas, personas apasionadas y sonidos rimbombantes que son parte de un pincel que dibuja sonrisas en rostros abatidos.

Lima es tal vez una ciudad contradictoria y a veces insoportable, sin embargo, no deja de ser la ciudad de oportunidades y éxitos, de historias y poesía, de fusiones y sazones, de pasiones y alegrías, de reflexiones y locuras, de colores y grises. Lima no abandona su gama por más invierno que transite, y eso provoca vivirla enteramente, olvidando los matices, como lo que es, una gris colorida.

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