Te quieres beber todo el alcohol del mundo,
bailando hasta muy tarde con infinita sed,
quieres encontrar al ex y lastimarlo un poco,
exigirle que te devuelvas esos cassette.

Quieres la cerveza, el ron y el tequila,
el vodka helado con jugo de naranja,
las combinaciones para ti deberían estar prohibidas,
a tu hígado ya le has dado buenas tandas.

Me has convencido para ser tu camarada
y he aceptado porque comparto tu debilidad,
admiro tu gusto por los brindis de madrugada
y la cálida manera como golpeas mi dignidad.

Ahora compartimos vasitos de plástico
o la mitad de la cuenta en el bar,
mi departamento es tu cobijo
luego de una noche de tomar sin parar.

De memoria todas las recetas para curar resacas,
ninguna pasa del mediodía del día siguiente,
un llamativo bufé de ideas totalmente triadas
imaginadas en algún rincón de tu subconsciente.

Borracha, quieres una pirámide de shots,
algo en los parlantes de Amy y Muse,
golpear tus brazos a ritmo de Sex Pistols,
rodar por la alfombra con The Cure.

Me conviertes en un ebrio feliz y perdido,
yo te sigo, nomas, como perro a los autos,
perdiendo la misericordia hacia mi hígado
y viendo a la muerte asomándose con un sacacorchos.

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